La insuficiencia cardiaca es una de las complicaciones más preocupantes y mejor estudiadas de los tratamientos antitumorales. La literatura existente indica que son necesarias estrategias de vigilancia para promover un diagnóstico precoz en fases de la disfunción cardiaca potencialmente reversibles con un tratamiento apropiado1-3. Independientemente de la técnica utilizada para el seguimiento del tratamiento onco-hematológico, la fracción de eyección del ventrículo izquierdo por sí sola no es suficiente para detectar precozmente el daño miocárdico4. Las guías actuales recomiendan la ecocardiografía como método de elección para la monitorización de los pacientes con cáncer1–3.
Las principales limitaciones de la ventriculografía isotópica son tanto el uso repetido de radiación5 como la escasa información sobre la función cardiaca. De hecho, la alta reproducibilidad de cuantificar la fracción de eyección del ventrículo izquierdo descrita en el pasado no es una realidad con las gammacámaras actuales1,6.
La ecocardiografía proporciona una evaluación completa del corazón (función ventricular izquierda y derecha, función auricular y afecciones valvular y pericárdica)7 y las nuevas técnicas ecocardiográficas, en especial las imágenes de deformación miocárdica, permiten un diagnóstico precoz de las alteraciones subclínicas de la función cardiaca8. Por lo tanto, para la práctica diaria se propone usar la ventriculografía isotópica solo cuando no se disponga de ecocardiografía o resonancia magnética cardiaca, ya que su uso tiene poco impacto en el diagnóstico y la prevención de la cardiotoxicidad1-3,6.