ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 71. Núm. 5.
Páginas 411 (Mayo 2018)

In memoriam
Paul Puech

Antoni Bayés de Luna

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El pasado mes de enero fallecía a los 92 años el cardiólogo francés Paul Puech tras una larga enfermedad. Para los que hace más de 50 años que somos cardiólogos, la figura de Paul Puech en una reunión científica en los años sesenta a noventa era un sinónimo de garantía científica y de elegancia humana.

Paul Puech fue un cardiólogo francés atípico. Nacido en Montpellier el año 1925, siempre sintió una gran fascinación por todo lo latino, y por este motivo amaba España, y toda la América Latina, le entusiasmaban los caballos y los toros, de hecho él era un gran jinete, y disfrutaba mucho de su afición en su finca de «La Camargue», en Montpelier. En los años cincuenta fue el primer cardiólogo europeo que se dio cuenta del gran potencial en investigación y docencia que ofrecía el Instituto Nacional de Cardiología de México. Fue por eso que acudió para formarse, y allí permaneció 2 años, en el instituto pionero y ejemplar que había fundado el maestro Ignacio Chávez, trabajando fundamentalmente con el equipo dirigido por Demetrio Sodi Pallarés, y en el que se formaron en su época otros grandes cardiólogos como Tranchesi, Pilegi y Peñaloza.

Fruto de su estancia, se publicaron diferentes trabajos pioneros, especialmente el estudio de las diferentes características electrofisiológicas de la actividad auricular normal y patológica, lo que incluye, entre otras cosas, la descripción de la posible coexistencia de aleteo y fibrilación auricular al mismo tiempo en un mismo individuo, y también la primera descripción de un caso de bloqueo interauricular con conducción retrógrada auricular izquierda, a la que más tarde yo mismo me he dedicado intensamente. Muchos de sus trabajos, la mayoría publicados en Archives des Maladies du Coeur et des Vaisseaux, fueron recogidos en 1956 en una monografía espléndida, editada por Masson & Editeurs, titulada «L’ativité électrique auriculaire: normale et pathologique». También publicó trabajos pioneros, mediante el registro de haz de His, de los distintos tipos de bloqueos auriculoventriculares y su localización. Él fue, además, uno de los primeros cardiólogos que comprendieron la importancia que en el futuro tendrían la fibrilación auricular y sus complicaciones clínicas, como las embolias y la insuficiencia cardiaca.

Yo lo conocí en los años setenta cuando él actuaba como gran estrella en diferentes partes del mundo, sobre todo participando en multitud de reuniones y congresos, especialmente en países latinos, pero también en Francia, Italia, España y Portugal. Siempre su voz y su opinión eran lo más esperado por su elevado contenido y su magistral forma de exposición. Durante muchos años tuvimos la suerte de compartir actividades científicas y de amistad con muchos cardiólogos, especialmente latinos, como los portugueses Carlos Ribeiro, Fernando De Padua y Mario Cerqueira, los italianos Eligio Piccolo y Francesco Fundanello, los franceses Philippe Coumel y Robert Slama, el español Juan Cosín y los argentinos Mauricio Rosenbaum y Marcelo Elizari.

Por desgracia, Paul perdió a su extraordinaria esposa Geneviève, a lo que se añadió la muerte de un hijo y un nieto, todo lo cual le causó una grandísima pena. Por último, él nos ha dejado y a sus hijas Anne-France, Marie-Caroline y Marie-Laure y sus respectivas familias, así como a sus amigos, su muerte nos ha producido un vacío que será muy difícil de llenar.

Fue una extraordinaria personalidad, un gran científico y por encima de todo, como hemos dicho, un enamorado de España y de todo lo latino. Él ayudó más que nadie a divulgar y ayudar a la cardiología de España de los años sesenta a noventa por el mundo, y a mí personalmente me honró con su amistad.

Fueron muchas las horas que tuve la fortuna de hablar con él de medicina y también de la vida, y con seguridad fue una de las personas que más ha contribuido a mi formación cardiológica y humana. Con el tiempo, la amistad de las dos familias se hizo entrañable. Él me animó para que iniciara mi colaboración con la Sociedad Internacional de Cardiología, de la que fui presidente y que luego bajo mi presidencia se convirtió en la World Heart Federation. Por todos sus grandes méritos fue nombrado por mi universidad, la Autónoma de Barcelona en 1991, doctor honoris causa. En la foto de la ceremonia que acompaña este artículo se puede ver su elegante figura.

Tuvo muchos discípulos de todo el mundo, que acudieron a Montpellier atraídos por su carisma, entre ellos José Brugada, mi hijo Toni Bayés-Genís y Pedro Iturralde, de México.

Paul, ten la seguridad de que tu huella como investigador y tu capacidad como maestro, así como tu extraordinaria conducta como ser humano perdurarán para siempre en el mundo cardiológico, en especial en España y todos los países latinos.

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