ISSN: 0300-8932 Factor de impacto 2023 7,2
Vol. 60. Núm. 2.
Páginas 168-178 (Febrero 2007)

Patología socioeconómica como causa de las diferencias regionales en las prevalencias de síndrome metabólico e hipertensión inducida por el embarazo

Socioeconomic Pathology As a Cause of Regional Differences in the Prevalence of Metabolic Syndrome and Pregnancy-Induced Hypertension

Patricio López-JaramilloaLina P PradillaaVíctor R CastillobVicente Laherac

Opciones

La epidemia de enfermedades cardiovasculares que están experimentando los países del tercer mundo ha suscitado controversias acerca de la posible presencia de diferencias regionales en su etiofisiopatología, las cuales estarían asociadas a factores socioeconómicos. La demostración de estas diferencias es importante, pues significaría la necesidad de realizar distintos enfoques en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento. Algunos datos indican que hay diferencias en los mecanismos etiofisiopatológicos de la hipertensión inducida por el embarazo y del síndrome metabólico en poblaciones de países desarrollados y en vía de desarrollo, así como en el peso específico de los factores de riesgo que determinan la presentación de estas enfermedades. Varias observaciones realizadas en nuestra población indican que el tiempo de exposición a los cambios de hábitos de vida ocasionados por la sociedad consumista (sedentarismo, dieta hipergrasa, hipercalórica) determina una respuesta biológica normal (obesidad, síndrome metabólico, diabetes), la cual aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Proponemos utilizar el nombre de «patología socioeconómica» para los cambios determinados por la sociedad moderna, con el fin de diferenciarlos de la consideración aislada de «factores socioeconómicos» y «factores de riesgo», pues consideramos que la interacción entre ellos es la causa más importante del aumento acelerado en la incidencia de enfermedades cardiovasculares observado en los últimos años en los países en vías de desarrollo.

Palabras clave

Patología socioeconómica
Enfermedades cardiovasculares
Síndrome metabólico
Hipertensión inducida por el embarazo
Desigualdades sociales

INTRODUCCION

El aumento acelerado en la incidencia de las enfermedades cardiovasculares (ECV) que se observa con carácter de epidemia en los países del tercer mundo1,2 ha puesto en discusión un tema usualmente evitado. ¿Todos los conocimientos que emergen de las investigaciones realizadas en el primer mundo son necesariamente ciertos y aplicables en el tercer mundo?

En el presente ensayo se revisa una serie de estudios que indican que la etiofisiopatología y el peso específico de los factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, específicamente del síndrome metabólico y la hipertensión inducida por el embarazo, son diferentes en los países del primer y el tercer mundo, para lo cual hemos utilizado resultados obtenidos de trabajos realizados principalmente en Estados Unidos, España, Colombia y Ecuador.

LA DENOMINADA TRANSICION EPIDEMIOLOGICA

Las diferencias en el perfil epidemiológico de las enfermedades que afectan a las poblaciones de países desarrollados y en vía de desarrollo podrían deberse a las diversas características geográficas, medioambientales, demográficas, socioeconómicas y étnicas3. En el tercer mundo, la desnutrición, las enfermedades tropicales y las perinatales eran, hasta hace algunos años, las principales causas de muerte, especialmente en la infancia4-6 (tabla 1). El control adecuado de estas enfermedades determinó que la expectativa de vida en Ecuador7 aumentara de 48,4 a 70,8 años en 2005 y en Colombia7 de 55 años a 72,2 años en los últimos 50 años, mientras en el mismo período en Estados Unidos7 aumentó de 68,9 a 77,1 años y en España7, de 63,9 a 79,3 años (fig. 1). El envejecimiento de la población colombiana se demuestra mediante el hecho de que en 1951 la población mayor de 65 años era el 2,8% y en 1993, el 4,4%8.

Fig. 1. Cambios en la expectativa de vida al nacer en España, Estados Unidos, Colombia y Ecuador durante el período 1955-2005. En los Estados Unidos y España la expectativa de vida se ha estabilizado durante las últimas décadas y ha alcanzado una meseta alrededor de los 75 años, mientras en los países andinos se observa un incremento en el mismo período.

Sin embargo, mientras la incidencia de las ECV en el primer mundo tiende a estabilizarse o a disminuir9-11 y su pronóstico mejora12, en el tercer mundo se incrementa. Las cifras de mortalidad en Ecuador demuestran que, en el lapso de apenas 20 años, la incidencia de enfermedades cerebrovasculares cambió del noveno lugar en 1975 al segundo puesto en 199513. Además, en ese año se incluyeron entre las primeras causas de muerte la hipertensión arterial en el tercer lugar, la diabetes mellitus (DM) en el quinto lugar y el infarto agudo de miocardio (IAM) en el octavo lugar. Juntas, estas 3 enfermedades ocasionaron 3 veces más muertes que la neumonía, enfermedad que en ese año fue la primera causa de mortalidad13 (tabla 1). Un fenómeno similar se observa en Colombia, donde el IAM, los accidentes cerebrovasculares y la DM causaron 213.150 muertes (19,6%) en la totalidad de la población evaluada en los años 1997-20018. En conjunto, las ECV superaron el número de muertes de causa violenta y se encuentran entre las primeras 10 causas de muerte, tanto en varones como en mujeres14 (tabla 2). ¿Cuáles son las causas de este comportamiento? ¿Son solamente la posibilidad de acceso a los servicios de salud y la calidad de éstos?

Diferentes estudios han buscado definir las causas del comportamiento epidémico de las enfermedades cardiovasculares en los países subdesarrollados15,16. El estudio INTERHEART17 tenía como objetivo identificar el efecto de factores de riesgo modificables asociados con la presentación de un primer IAM. En este estudio se incluyó a 12.461 sujetos con un primer evento coronario agudo y 14.637 controles seleccionados en 52 países desarrollados y subdesarrollados, entre ellos Colombia. Se demostró que la relación apo B/apo A1 elevada, el tabaquismo, la diabetes, la hipertensión arterial, la obesidad abdominal, el índice de estrés psicosocial (determinado por una combinación de depresión, estrés en el trabajo o en casa y estrés financiero) fueron factores de riesgo positivamente asociados con el IAM, mientras que el consumo adecuado de frutas y vegetales, el consumo moderado de alcohol y el ejercicio fueron factores que se asociaron con un menor riesgo de presentar el evento. De igual manera, los resultados de este estudio demostraron que la prevalencia de estos factores de riesgo tradicionales de enfermedad cardiovascular no variaron significativamente entre los países desarrollados y los subdesarrollados17. Nosotros destacamos que el consumo de dietas de alto contenido calórico y grasas saturadas, pero bajas en fibra, se ha convertido en los últimos años en una práctica constante en los países en vías de desarrollo18 y, junto con el sedentarismo que ha conllevado el proceso de urbanización, han creado las condiciones para el incremento de la frecuencia de obesidad, especialmente abdominal19, que se observa en los países latinoamericanos19-21 (fig. 2). La obesidad abdominal más 2 de los siguientes factores de riesgo conforman el síndrome metabólico (SM) definido por la Federación Internacional de Diabetes (IDF)22: hipertensión arterial (> 130/85 mmHg), triglicéridos elevados (> 150 mg/dl), baja concentración de colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL, < 50 mg/dl en mujeres y < 40 mg/dl en varones) y una glucemia en ayunas > 100 mg/dl.

Fig. 2. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en distintos países latinoamericanos, España y Estados Unidos. IMC: índice de masa corporal.

Trabajos recientes demuestran consistentemente que el SM se asocia con un mayor riesgo de desarrollar ECV y DM tipo 223-25. Es importante destacar la posición de la IDF al definir como obligatoria la presencia de obesidad abdominal para establecer el diagnóstico de SM y, además, la de determinar diferentes puntos de corte para el perímetro de la cintura de acuerdo con los países o las etnias22,26.

MECANISMOS BIOLOGICOS QUE PARTICIPAN EN LA GÉNESIS DEL SINDROME METABOLICO

En la figura 3 proponemos un esquema general que relaciona los factores socioeconómicos con algunos de los mecanismos biológicos que estarían involucrados en la génesis del SM. Así, la respuesta al modelo socioeconómico impuesto en los países iberoamericanos ha sido un masivo abandono de los campos con una acelerada migración hacia los centros industrializados urbanos. En Colombia, además, el proceso de urbanización se ha visto estimulado por los desplazamientos forzados desde comunidades rurales completas hacia las ciudades huyendo del conflicto armado27. Actualmente, más del 70% de la población habita en centros urbanos28. El proceso de urbanización también responde a la influencia que la modernización y sus atractivos consumistas causan en los medios rurales, que se sienten atraídos por el nuevo estilo de vida occidental lleno de facilidades18.

Fig. 3. Posibles mecanismos que participan en la génesis del síndrome metabólico y la mortalidad cardiovascular en los países en vía de desarrollo. Las desigualdades ocasionadas por la sociedad de consumo llevan a una rápida urbanización que ocasiona profundos cambios en los hábitos nutricionales y la actividad física, los cuales favorecen la aparición de la obesidad, principalmente abdominal, que desencadena una serie de eventos fisiopatológicos que resultan en disfunción endotelial y aumento de manifestaciones, como hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2 y síndrome metabólico; éstos contribuyen al aumento de la mortalidad por eventos coronarios. IL-6: interleucina-6; NADPHox: nicotinamida adenosindifosfato oxidado; PCR: proteína C reactiva; RI: resistencia a la insulina; TNFα: factor de necrosis tumoral alfa.

La urbanización conlleva modificaciones críticas en los estilos de vida; así29,30:

1. El cambio de una dieta tradicional rica en vegetales, cereales y frutas hacia una dieta occidental de preparación rápida, con alto contenido graso y calórico y pobre en fibra (hamburguesa, patatas fritas, pizza, bebidas de cola).

2. La disminución de la actividad física relacionada con la mecanización de las actividades diarias y con los cambios en las manifestaciones recreativas de los adultos y, especialmente, de los niños. Así, en la ciudad, la lavadora, la cocina de gas, el ascensor, el metro, el ordenador y la «Play Station» han reemplazado la recolección de leña, las caminatas de siembra y cosecha de alimentos y los juegos tradicionales que demandan esfuerzo físico.

El resultado de estas modificaciones es el aumento de la frecuencia de obesidad, inicialmente abdominal. Es importante destacar que las poblaciones del tercer mundo, caracterizadas por tener una talla baja como probable respuesta durante generaciones a un medio con limitados recursos nutricionales31, presentan un fenotipo característico, especialmente los varones, caracterizado por un «señor pequeño y barrigón». Los adipocitos viscerales generan un estado inflamatorio crónico de bajo grado caracterizado por un aumento en las concentraciones circulantes de interleucina 6 (IL-6), factor de necrosis tumoral alfa (TNFα) y proteína C reactiva (PCR)32,33. Esta inflamación de bajo grado ocasiona disfunción de las células endoteliales, las cuales pierden sus características vasodilatadoras, antitrombóticas y antiaterogénicas34,35. Éstas son respuestas biológicas que, al parecer, se dan en el ser humano en general36-39. La pregunta es: ¿qué es lo que determina la mayor sensibilidad actual de las poblaciones del tercer mundo a este proceso? Nosotros proponemos que el aumento de la sensibilidad depende del menor tiempo de exposición de las poblaciones del tercer mundo a las nuevas condiciones de vida ocasionadas por la modernización. Cuanto más corto es el tiempo de exposición, mayor es el grado de mala adaptación y mayor la respuesta inflamatoria a menores grados de obesidad abdominal, con mayor riesgo de DM tipo 2 y ECV. En la figura 4 presentamos datos en los que se observa la relación positiva entre las concentraciones plasmáticas de marcadores inflamatorios y los valores de perímetro abdominal en individuos colombianos sanos y sujetos hipercolesterolémicos con y sin SM. Además, hemos notificado que el aumento en los marcadores de inflamación y en el riesgo de hipertensión inducida por el embarazo y la ECV en la población andina se presentan con menores grados de obesidad abdominal40-42. También hemos demostrado que el recuento de leucocitos y las concentraciones de PCR ultrasensible fueron significativamente mayores en sujetos con perímetro de cintura > 88 cm43, y que la concentración de PCR es un factor de riesgo para la hipertensión arterial esencial y la inducida por el embarazo en la población andina40-42. Es bien conocido que los hispanos de Estados Unidos y los hindúes en el Reino Unido tienen mayor riesgo de inflamación crónica de bajo grado, DM tipo 2 y mortalidad cardiovascular que los norteamericanos y los británicos caucásicos36-39,44. Sin embargo, por el momento no está bien determinado si estas diferencias se deben a factores genéticos o socioeconómicos, ya que las migraciones de estos grupos étnicos a países desarrollados fueron relativamente recientes y, por lo tanto, tienen menos tiempo de exposición al riesgo y pertenecen usualmente a grupos de menor estatus socioeconómico. A pesar de no contar con datos de trabajos que hayan estudiado este problema de manera específica, nosotros creemos que el tiempo de exposición a las nuevas condiciones de vida generadas por la urbanización y la modernidad es un factor de riesgo importante en estas poblaciones minoritarias en los países desarrollados45-48. La reciente migración masiva de indígenas ecuatorianos a España aparece como una magnífica oportunidad para estudiar esta propuesta. En la población colombiana, la cual posee un buen porcentaje de etnias bien definidas, pero también una rica mezcla entre ellas, no se observan las marcadas diferencias en la prevalencia de SM entre las diversas etnias descritas en los países desarrollados49,50. Un ejemplo muy indicativo de la relación medio ambiente-genética es el de los indios pima, ya que los indígenas que viven en los Estados Unidos en las condiciones determinadas por la sociedad de consumo experimentaron un crecimiento explosivo en la incidencia de obesidad, SM, DM tipo 2 y ECV, mientras que los que viven en México con las condiciones de vida tradicionales no tuvieron ese dramático aumento45-48. Por el momento hay un importante desarrollo de la epigenética, es decir, el estudio del impacto que causa el medio ambiente en la expresión de genes participantes en el metabolismo de los nutrientes y el gasto energético51.

Fig. 4. Comportamiento del factor de necrosis tumoral alfa (TNFα) y vasodilatación mediada por flujo en sujetos sanos e hipercolesterolémicos con y sin síndrome metabólico. Concentraciones plasmáticas de TNFα y valores de vasodilatación mediada por flujo, en sujetos colombianos sanos e hip ercolesterolémicos con y sin síndrome metabólico. Las concentraciones de TNFα aumentan significativamente conforme se incrementa el perímetro abdominal, mientras la función endotelial disminuye significativamente. PC: perímetro de cintura; SM: síndrome metabólico.

INFRAESTRUCTURA SANITARIA, INFECCION, ENVEJECIMIENTO Y RIESGO CARDIOVASCULAR

Si bien se considera que la obesidad abdominal es el factor causal más importante de la inflamación crónica de bajo grado asociada al desarrollo de disfunción endotelial, SM, aterosclerosis, DM tipo 2 y ECV, parece que la presencia de otros factores como las infecciones crónicas, muy frecuentes en el tercer mundo, producto de la inadecuada infraestructura sanitaria, también podrían contribuir52,53. Varios estudios han mostrado que el antecedente reciente de infecciones de las vías respiratorias inferiores y las vías urinarias aumenta el riesgo de ECV54,55.

En los países iberoamericanos se observa una superposición de los malos hábitos y las deficiencias de los dos mundos: no se han resuelto la falta de agua potable, la deficiente eliminación de basura y excrementos, las altas tasas de parasitismo intestinal, las infecciones no prevenibles por vacunas y las enfermedades tropicales, y ya se consumen dietas con alto contenido de grasas saturadas y harinas elaboradas, se fuma, hay un alto índice de sedentarismo y obesidad y se ha producido una asimilación a la modernidad56.

Adicionalmente, en las últimas décadas, el porcentaje de sujetos de edad avanzada se ha incrementado8. El proceso de envejecimiento conlleva una mayor actividad del sistema renina-angiotensina, hormona esta última que ocasiona 3 efectos importantes en la economía humana57-60:

1. Aumenta el estrés oxidativo en la pared vascular, lo que ocasiona mayor inactivación del óxido nítrico por radicales libres de oxígeno y, por lo tanto, altera el balance de estas dos sustancias, lo que se traduce en disfunción endotelial61.

2. Bloquea las vías intracelulares de señalización de la insulina, lo que conduce a resistencia a la insulina, hiperinsulinismo y mayor riesgo de hiperglucemia, SM y DM.

3. Estimula la producción en adipocitos y células endoteliales de citocinas proinflamatorias, como el TNFα, el cual activa la metaloproteinasa 2, enzima que produce rotura de la placa aterosclerótica estable, lo que lleva a un cuadro aterotrombótico que es clave en la presentación del infarto agudo del miocardio62.

La alteración de la función endotelial es crucial en el desarrollo de la placa aterosclerótica, el estado procoagulante, el aumento del tono vascular e hipertensión arterial y la resistencia a la insulina, eventos todos relacionados con SM y con mayor riesgo de ECV34,35,63.

SINDROME METABOLICO: DIFERENCIAS ETIOLOGICAS Y DIAGNOSTICAS

En la población colombiana y ecuatoriana43,64,65 parece haber un riesgo aumentado de SM con un grado de obesidad abdominal inferior al propuesto por el Tercer Panel de Tratamiento del Adulto en el Programa de Educación Nacional en Colesterol de los Estados Unidos (ATP-III)66. Así, encontramos que en varones colombianos pertenecientes al Ejército Nacional, el perímetro de cintura de 88 cm tenía mejores sensibilidad y especificidad que los 94 cm recomendados en la población caucásica para identificar a los sujetos que presentan el denominado perfil aterogénico, caracterizado por aumento en las concentraciones de triglicéridos, insulina y glucosa y una baja concentración de colesterol ligado a lipoproteínas de alta densidad (cHDL)43. En varones trabajadores de la Compañía Ecuatoriana de Petróleos se determinó65 que el perímetro de cintura de 90 cm era el más apropiado para identificar a los sujetos que presentaban los otros criterios necesarios para el diagnóstico de SM. El punto de corte de 90 cm tuvo una sensibilidad y una especificidad del 83,9 y el 70,3%, respectivamente, y los valores predictivos positivos y negativos fueron del 60,2 y el 88,6%, respectivamente. En contraste, cuando se utilizó el punto de corte recomendado por el ATP-III para norteamericanos (102 cm), la sensibilidad fue de apenas el 23,2%, con una especificidad del 96%65. Estos resultados señalan que para el diagnóstico de SM en nuestra población es más conveniente utilizar los criterios definidos por la IDF. Posteriormente demostramos que, en sujetos con antecedentes de un evento cardio-cerebrovascular (n = 670)64, el 50% presentaba un SM con independencia del criterio diagnóstico utilizado (ATP-III frente a IDF), lo que hace irrelevante en este tipo de sujetos la discusión al respecto. Sin embargo, en sujetos sin antecedente de eventos cardio-cerebrovasculares (n = 583), el diagnóstico de SM de acuerdo con los criterios IDF se realizó en el 41,4% de los sujetos, mientras que con los criterios ATP-III se diagnosticó apenas un 31,2% de los sujetos (p < 0,0001). Por el momento no contamos con estudios prospectivos que demuestren en nuestra población si el diagnóstico de SM se asocia efectivamente con mayor riesgo de ECV o DM2. En un estudio reciente realizado en España, Alegría et al67 determinaron que la prevalencia cruda de SM en la población trabajadora adulta de este país fue del 10,2%, y que era más alta en sujetos con cualquier tipo de alteración de la glucemia en ayunas y en los que tenían un mayor índice de masa corporal.

Los datos disponibles de estudios de cohortes en Estados Unidos fueron recientemente analizados en una revisión sistemática realizada por Ford23, en la que se estimó el riesgo relativo de mortalidad en la población adulta general por cualquier causa, por enfermedad cardiovascular y por DM mediante las definiciones de SM del ATP-III y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuando se utilizó la definición de SM del ATP-III, los riesgos relativos combinados fueron de 1,2 (intervalo de confianza [IC] del 95%, 0,90-1,78) para la mortalidad por todas las causas, 1,6 (IC del 95%, 1,3-1,9) para la enfermedad cardiovascular y 2,9 (IC del 95%, 1,9-4,5) para la DM. El autor concluyó que, en la población estadounidense, la capacidad del SM, definido por los criterios del ATP-III o la OMS, para predecir el riesgo de mortalidad de cualquier causa o ECV es limitada y que es mejor para predecir el desarrollo de DM tipo 223. Recientemente, este mismo autor demostró que en 3.601 adultos norteamericanos de ambos sexos, la prevalencia no ajustada de SM fue del 39,0% según los criterios de la IDF y del 34,5% según los del ATP-III68. Esta diferencia fue mayor en el grupo de varones americanos-mexicanos, entre los cuales la prevalencia ajustada por edad según los criterios de la IDF fue del 50,0% y según los del ATP-III, del 40,3%. En este grupo demográfico previamente se demostró un mayor riesgo para desarrollar DM tipo 2 y ECV19,27. Es importante destacar que las condiciones socioeconómicas de estos grupos son deficientes respecto a las de otros grupos étnicos y, además, llevan pocos años viviendo en Estados Unidos, bajo las condiciones de una sociedad altamente consumista69. En un reciente estudio, Katzmarzyk et al70 evaluaron los criterios del ATP-III y de la IDF para predecir el riesgo de muerte de todas las causas y las de origen cardiovascular en 20.789 varones no hispanos, con un edad promedio en el momento del ingreso de 43,3 años, cuya prevalencia de SM al inicio del estudio fue del 19,7% según criterios del ATP-III y del 30,0% según la IDF. El diagnóstico de SM conllevó un riesgo relativo (RR) para muerte de todas las causas de 1,3 (IC del 95%, 1,1-1,6) según los criterios del ATP-III y de 1,2 (IC del 95%, 1,0-1,4) según la IDF. Los RR para muerte por ECV fueron de 1,7 (IC del 95%, 1,3-2,3) según el ATP-III y de 1,6 (IC del 95%, 1,2-2,2) según la IDF. Para determinar el impacto del grado de obesidad abdominal sobre la mortalidad se evaluó a los sujetos con < 94 cm y > 102 cm de circunferencia abdominal y se encontró una relación directa entre el perímetro de cintura y un mayor RR de muerte por ECV, especialmente en sujetos que presentaban, además, 2 o más factores de riesgo metabólico (94-102 cm: 1,5; IC del 95%, 1,0-2,3; > 102 cm: 2,3; IC del 95%, 1,5-3,4). En los varones mayores de 18 años participantes en la Encuesta Nacional de Salud de Estados Unidos (NHANES), la prevalencia de SM por ATP-III fue del 24,3% y por IDF, del 38,6%. La fracción atribuible de la población para SM varió del 8,0 al 9,1% para la mortalidad por todas las causas y del 16,1 al 20,5% para la mortalidad por ECV, con cualquiera de los criterios utilizados. Estos datos son similares a los recientemente comunicados en el estudio Hoorn24 que, al comparar los diferentes criterios de SM en la predicción de ECV, pusieron de manifiesto que el diagnóstico de SM dobló el riesgo de ECV, independientemente del criterio utilizado.

Lawlor et al71 analizaron los datos de una cohorte de 3.589 mujeres británicas sin antecedentes de ECV, cuyas edades estuvieron entre 60 y 79 años. En estas mujeres, la prevalencia de SM con los criterios de la IDF fue del 48% y con los de ATP-III fue sólo del 29%. El RR de SM ajustado por edad fue similar con los criterios diagnósticos de IDF o ATP-III. Los autores encontraron que el SM por cualquiera de las dos definiciones se asociaba modestamente con el riesgo de ECV, pues la corrección por tabaquismo, sedentarismo y posición socioeconómica resultó en una disminución de la asociación a 1,25 y 1,27, respectivamente. Estos autores concluyeron que el SM está sólo débilmente asociado con el riesgo de ECV y cuestionaron la importancia de SM como un factor de riesgo para ECV. Sin embargo, es importante destacar, para efectos de nuestra propuesta de la patología socioeconómica, que el mayor factor de confusión en la asociación entre SM y riesgo de ECV fue la posición socioeconómica de los individuos en el curso de sus vidas. Así, este factor fue más importante que el tabaquismo y el sedentarismo, no sólo para atenuar el impacto del SM en el riesgo de ECV, sino también para disminuir la asociación lineal del riesgo de ECV con la resistencia a la insulina, los valores de triglicéridos, cHDL y la relación cintura/cadera. Además, en otros estudios se ha señalado que la prevalencia de SM es inversa al nivel socioeconómico de los sujetos evaluados, si bien las cifras no alcanzaron significación estadística67.

Los estudios que hemos realizado en Colombia y Ecuador, a pesar de ser diseños transversales, apoyan la propuesta de la IDF en el sentido de que el SM es un concepto clínicamente útil y que los equipos de salud en estos países deben utilizarlo para facilitar la identificación de sujetos que pueden beneficiarse de programas preventivos con enfoque multifactorial para disminuir el riesgo de ECV y DM tipo 2. La controversia con los resultados norteamericanos, británicos y españoles puede deberse a las notables diferencias socioeconómicas existentes entre las poblaciones de esos países y las de los países andinos estudiados por nosotros. El concepto de que los factores socioeconómicos y los factores de riesgo cardiovascular clásicos interactúan dependiendo del estado de desarrollo alcanzado por una determinada sociedad y del tiempo de exposición a la sociedad de consumo, determinando en su conjunto el grado de riesgo para ECV, es lo que proponemos que se denomine «patología socioeconómica», para diferenciarlo de la consideración aislada de cada uno de los factores de riesgo.

DIFERENCIAS REGIONALES EN LA GÉNESIS DE LA HIPERTENSION INDUCIDA POR EL EMBARAZO

La hipertensión inducida por el embarazo (HIE) presenta características fisiopatológicas similares a la aterosclerosis y a las ECV pero, a diferencia de éstas, su presentación y evolución son rápidas, con un inicio de las manifestaciones clínicas durante la segunda mitad del embarazo y una resolución abrupta de éstas después del parto72. Las diferencias en la incidencia de la HIE y su contribución a la mortalidad materna entre los países desarrollados y subdesarrollados son enormes. Así, la mortalidad por HIE en Estados Unidos y Europa es de 10 por 100.000 nacidos vivos, en Latinoamérica es de 220 por 100.000 nacidos vivos y en África de 430 por 100.000 nacidos vivos73. Estas cifrasencias socioeconómicas, que conllevan que en el tercer mundo los sistemas de salud y las condiciones sanitarias sean deficientes y que el consumo nutricional, especialmente de oligoelementos, sea inadecuado para las mayores demandas ocasionadas por el crecimiento fetal72,74-76. El desarrollo socioeconómico alcanzado por los países del primer mundo garantiza a la mayoría de las gestantes un control prenatal adecuado, el cual incluye el diagnóstico precoz y el tratamiento de infecciones bucales, urinarias y vaginales, el acceso a una adecuada ingesta alimentaria y la suplementación necesaria de vitaminas y minerales74. En Ecuador y Colombia, un alto porcentaje de mujeres no tiene acceso a un adecuado control prenatal, y las infecciones y las carencias nutricionales no son detectadas ni corregidas, patología socioeconómica que determina un alto riesgo de HIE y mortalidad materna72. En estos países andinos, el diagnóstico y el tratamiento efectivo y temprano durante el embarazo de infecciones subclínicas vaginales y urinarias, así como la adecuada suplementación nutricional con calcio y ácido linoleico, disminuyen el riesgo de HIE a cifras similares a las comunicadas en el primer mundo77-82. En estas mujeres, una vez corregidos los factores nutricionales e infecciosos, la obesidad, la disglucemia y la dislipidemia se convierten en los principales factores de riesgo para preeclampsia (PE)77,78. Esto significa que en las mujeres colombianas y ecuatorianas se podría controlar cerca del 95% del riesgo para HIE al diagnosticar y curar infecciones orales, urinarias y vaginales, asegurar una ingesta adecuada de macronutrientes y suplementos de vitaminas y minerales, controlar el exceso de ganancia de peso y las alteraciones de lípidos y glucosa a través de la dieta y la actividad física72. El restante 5% de riesgo de HIE se debe, posiblemente, a la presencia de factores genéticos e inmunológicos, entre los cuales las alteraciones polimórficas del gen de la óxido nítrico sintasa es importante en nuestro medio83. Además, en apoyo de esta propuesta demostramos que, en la población colombiana84 y ecuatoriana85, las concentraciones de dimetilarginina asimétrica (ADMA), un inhibidor endógeno de la óxido nítrico sintasa, no tiene ningún papel en el desarrollo de la HIE, mientras que varios estudios europeos demostraron un papel importante de la ADMA en la HIE86,87. La posible explicación a esta controversia es que los factores medioambientales, como la desnutrición y las infecciones, diluyen el efecto de ADMA como factor de riesgo para HIE en las mujeres colombianas y ecuatorianas. Con estos antecedentes hemos propuesto que la causa fundamental que lleva al mayor riesgo de HIE en las poblaciones del tercer mundo son las desigualdades económicas y sociales, las cuales no permiten la prestación de un adecuado servicio de salud y de control prenatal, lo que explicaría las enormes diferencias regionales observadas en la incidencia y la mortalidad causada por la HIE72.

HIPOTESIS Y PERSPECTIVAS

La epidemia de obesidad, DM y ECV que experimentan actualmente los individuos que habitan los países en vías de desarrollo parece ser la respuesta biológica normal del ser humano a la evolución de la sociedad, la misma que impone estilos de vida para los cuales estos sujetos no están bien adaptados. Nosotros proponemos que las diferencias en el comportamiento de las tasas de morbimortalidad por ECV entre el primer y tercer mundo son dependientes del tiempo de exposición a la patología socioeconómica y al grado de adaptación a ésta. Si esta propuesta, viable de ser estudiada, se confirma, podría dar lugar a cambios fundamentales en las políticas de salud y en los programas preventivos de ECV y DM tipo 2, considerando que los criterios diagnósticos y las conductas preventivas y terapéuticas no deben necesariamente ser aplicados uniformemente a poblaciones que tienen diferentes grados de desarrollo socioeconómico y en las que hay enormes desigualdades sociales y económicas. Para los países iberoamericanos, el gran reto es realizar investigaciones prospectivas de gran envergadura que permitan definir sus propios criterios diagnósticos y las conductas preventivas y terapéuticas más útiles. La reciente migración masiva de indígenas ecuatorianos a España aparece como un interesante modelo para estudiar la interacción genético-medioambiental, y cuyas repercusiones para el sistema de salud español podrían ser de gran relevancia.


COLCIENCIAS proporcionó soporte financiero al proyecto 6566-04-12914.

Correspondencia: Dr. P. López-Jaramillo.

Instituto de Investigaciones. Fundación Cardiovascular de Colombia.

Calle 155.a, n.° 23-58. Tercer piso. Floridablanca. Santander. Colombia.

Correo electrónico: jplopezj@fcv.org

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