Los nitratos orgánicos, en sus diferentes presentaciones, han constituido uno de los pilares para el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares durante más de 100 años. Los nitratos son donadores de óxido nítrico; por tanto, su efecto primordial es el de la relajación del músculo liso endotelial. Producen dilatación venosa y arterial, por lo que reducen la precarga y la poscarga. Sus principales indicaciones son el tratamiento sintomático de la angina de esfuerzo estable, el síndrome coronario agudo, y la insuficiencia cardíaca aguda y crónica. Asimismo, añadidos a la terapia convencional en pacientes afroamericanos con insuficiencia cardíaca crónica, en asociación con la hidralazina, producen una reducción de la mortalidad. Su papel actual en pacientes de otras razas aún se desconoce.
La principal limitación de esta terapia es el desarrollo de tolerancia, que conduce a la atenuación de los efectos farmacológicos antiisquémicos, antianginosos y hemodinámicos con la utilización continuada. En la práctica clínica, lo más conveniente para reducir al mínimo la tolerancia es utilizar la menor dosis necesaria y dejar un intervalo libre de nitratos, para permitir la recuperación del endotelio.