Agradecemos el amable interés de Martín Cabeza et al. en nuestro artículo1. Las tasas de mortalidad por isquemia cardiaca han seguido una tendencia decreciente durante las últimas 4 décadas en las Islas Canarias y en el conjunto de España (figura 1), aunque en Canarias el descenso se ha detenido desde 20102. En consonancia con ello, la razón de tasas Canarias/España ha vuelto a aumentar y en 2016 presentó valores casi significativos: varones, 1,33 (intervalo de confianza del 95%, 0,93-1,93); mujeres, 1,68 (intervalo de confianza del 95%, 0,96-3,02). En esta mortalidad influyen principalmente las condiciones de vida de la población, y el sistema sanitario es un determinante más.
Sin embargo, el objetivo de nuestro artículo no era la mortalidad de la población general, sino la de los pacientes ingresados por infarto agudo de miocardio durante los años 2007-2014. Esta es una mortalidad hospitalaria, estrechamente relacionada con la calidad de la asistencia sanitaria. Se ajustó por los principales factores de riesgo y aparecieron fuertes desigualdades entre las distintas regiones. Por ello apuntamos que los procesos asistenciales deberían ser revisados por los responsables del sistema sanitario1, particularmente en las comunidades con peores resultados: Canarias, Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana y Extremadura.
En Canarias conviene, efectivamente, analizar factores como el tiempo de traslado desde hospitales comarcales (islas menores del archipiélago) a los de tercer nivel (islas capitalinas) para la realización de angioplastia primaria. Estamos de acuerdo con nuestros corresponsales, y así lo hemos manifestado previamente, en que el exceso de mortalidad hospitalaria puede estar en relación con la tardía puesta en marcha del Código Infarto de Canarias. De ser así, cabe esperar una importante mejora en la evolución de la mortalidad de los pacientes ingresados por infarto agudo de miocardio durante los próximos años. De hecho, en nuestro entorno la implementación de redes de reperfusión en el infarto agudo de miocardio influyó en la reducción de la mortalidad3.