Hemos leído con atención y especial interés el artículo de Mate Redondo et al.1 publicado en Revista Española de Cardiología acerca de la mortalidad hospitalaria del infarto agudo de miocardio en Canarias. En relación con este artículo, queremos realizar algunos comentarios. Tal y como se describe en él, la mortalidad cardiovascular en Canarias es una de las más altas del país. Pero, desde nuestro punto de vista, lo más preocupante es que muestra una ligera tendencia incremental (27,08%) con respecto a los años previos2,3,4. Esta tendencia va en dirección opuesta a lo que sucede a escala nacional.
En el estudio de Mate Redondo et al.1, probablemente por motivos relacionados con el origen y las características de los datos, no se describen variables como las características del hospital y del servicio encargado del tratamiento, si se aplicó tratamiento revascularizador o no, el tipo de revascularización y los tiempos de demora hasta el tratamiento. Estas variables ejercen una influencia notable en el pronóstico de los pacientes. El estudio RECALCAR5 reconoce que las características del hospital, el hecho de ser atendido por un servicio de cardiología y el intervencionismo coronario se asocian con la supervivencia hospitalaria del paciente con infarto agudo de miocardio.
Debido a las peculiaridades geográficas del archipiélago canario, el tratamiento del síndrome coronario agudo y el acceso a las terapias de revascularización difieren considerablemente entre islas, especialmente entre capitalinas y no capitalinas. Durante el periodo en que se realizó el estudio de Mate Redondo et al.1, en el archipiélago no se realizaba sistemáticamente angioplastia primaria en el infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST), habida cuenta que la puesta en marcha del Código Infarto de Canarias (CODICAN) se realizó el pasado julio de 2018. El exceso de mortalidad por infarto agudo de miocardio observado en Canarias podría estar en relación con este hecho. Diversos estudios demuestran una significativa reducción en la mortalidad y la mejora pronóstica del IAMCEST tras la puesta en marcha de redes asistenciales para su tratamiento6,7.
Efectivamente, en Canarias las pautas de alimentación, la obesidad y la diabetes mellitus se sitúan en porcentajes superiores a la media nacional, con la consecuente mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares. En el Registro de Síndrome Coronario Agudo, promovido por la Sociedad Canaria de Cardiología de forma prospectiva en diferentes hospitales de la comunidad autónoma durante los años 2015-2016, en el que se incluyó algo más de 500 pacientes, también se constatan estos hallazgos. Según los datos de este registro, la población diabética canaria presentó una mayor mortalidad en toda la muestra de pacientes (infartos sin y con elevación del segmento ST): el 8,3% de mortalidad hospitalaria de la población diabética frente al 3,5% de la no diabética (p=0,021). Al analizar a los pacientes que recibían cualquier tipo de revascularización mecánica (primaria, diferida o de rescate), se encontró una menor mortalidad (el 7,1 frente al 3,3%; p=0,037) con respecto a los no revascularizados. Esta diferencia fue aún más significativa al analizar a la población con IAMCEST, pues los que no recibieron revascularización primaria tuvieron mayor mortalidad (el 17,9 frente al 4,5%; p=0,002), fueran diabéticos o no. Sin embargo, los pacientes con IAMCEST que eran diabéticos mostraron una mortalidad ligeramente mayor, con tendencia no significativa, frente a los no diabéticos (el 12,5 frente al 6%; p=0,055)8.
Con independencia de la puesta en marcha de políticas sanitarias orientadas a la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular mediante la modificación de estilos de vida y control de factores de riesgo, en especial la diabetes, sería muy interesante que se realizara un nuevo análisis para ver qué ocurre en nuestra población canaria a partir de este momento en el que se dispone de un «código infarto canario».