El incremento del colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (cLDL) se relaciona con morbimortalidad por enfermedad cardiovascular (ECV)1. Además, la reducción del cLDL con estatinas disminuye el riesgo de eventos cardiovasculares2. Por ello, la guía sobre dislipemias de la Sociedad Europea de Cardiología vigente en el momento del presente estudio recomendaba para pacientes con muy alto riesgo concentraciones de cLDL < 70mg/dl1.
A pesar de ello, este objetivo solo se alcanza en un bajo porcentaje de pacientes, que oscila entre el 33% del registro DYSIS3 y el 26% del registro REPAR4, y se señala que un altísimo porcentaje de pacientes diagnosticados de ECV mantienen el cLDL por encima de 70 mg/dl, aunque frecuentemente no somos conscientes de que este mal control también afecta a nuestros pacientes.
Por esto nos planteamos evaluar el grado de control lipídico en nuestros pacientes en muy alto riesgo y compartir estos datos con nuestros compañeros de atención primaria y especializada, para determinar si de esta forma se puede mejorar su control lipídico.
Se identificó a todos los pacientes con ECV documentada en nuestro departamento de salud con el sistema informático de gestión clínica (Sistema de Información Ambulatoria [SIA]-Abucasis), en el cual todos los diagnósticos estaban codificados. A efectos del presente trabajo, se consideró paciente en muy alto riesgo a aquel con al menos 1 de estos diagnósticos: cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular o arteriopatía periférica. Se buscaron todas las determinaciones de cLDL realizadas durante 1 año (septiembre de 2012-septiembre de 2013). Se estimó el porcentaje de pacientes bien controlados (cLDL < 70mg/dl). Durante 1 año (marzo de 2014-abril de 2015) se realizó un total de 8 reuniones presenciales y 3 seminarios online, en los que se mostró a los compañeros de atención primaria y especializada el porcentaje de pacientes bien controlados en su centro de salud o en su servicio, además de informarles de los beneficios que conlleva la mejora del control lipídico. Tras 1 año, se hizo un nuevo corte para evaluar si se había mejorado (figura 1).
De un total de 311.672 personas pertenecientes a nuestro departamento de salud, se identificó a 4.258 pacientes con ECV. De ellos, solo 1.820 (43%) tenían al menos 1 control analítico que incluyera cLDL durante el corte basal (septiembre de 2012-septiembre de 2013). Al inicio y en general, el 33,6% tenía el cLDL correctamente controlado (media, 86,7±30,3mg/dl). Tras mostrar a todos los centros de salud y especialidades el grado de control de sus pacientes e insistir en la importancia de mejorar, al año, de los 1.820 pacientes, un total de 1.595 (88%) se habían hecho un control. En ellos mejoró significativamente (p < 0,0001) el grado de control lipídico, que pasó al 45,6% de pacientes bien controlados y con una media de cLDL en 77,9±28,5mg/dl. La figura 2 muestra individualmente cómo muchas especialidades y centros de salud mejoraron el porcentaje de pacientes con cLDL controlado.
El presente trabajo pone de manifiesto el deficiente control lipídico de los pacientes con muy alto riesgo cardiovascular en nuestra cohorte, lo que coincide con todos los registros publicados, pero la novedad es que un trabajo conjunto entre las especialidades médicas y atención primaria, conociendo el porcentaje de pacientes bien controlados y revisando la importancia del correcto control lipídico, puede hacernos reaccionar, optimizar el tratamiento de estos pacientes y mejorar significativamente su grado de control. La mayor deficiencia detectada es la ausencia de determinaciones lipídicas, que afectó al 57% de los pacientes basalmente y al 12% tras el programa, cuando claramente las guías de práctica clínica recomiendan que el control de cLDL en estos pacientes ha de realizarse anualmente1. Por el contrario, el gran logro de nuestro trabajo es que se pasó de un 34 a un 46% de pacientes con cLDL < 70mg/dl, y esta mejoría fue más evidente en los centros con peor control inicial, que fue donde más se incidió en trasladar el mensaje sobre la importancia del adecuado control lipídico (figura 2).
Nuestros datos basales de falta de consecución de objetivos en pacientes con muy alto riesgo cardiovascular son muy similares a los del registro DYSIS3, pero distan mucho de las recomendaciones de la Sociedad Europea de Cardiología1.
Creemos que de esta falta de consecución de objetivos son responsables los pacientes y el médico. Con frecuencia el paciente, pasada la etapa inicial de la enfermedad, se relaja y abandona las recomendaciones sobre dieta y ejercicio e incluso la medicación. El médico sufre de «inercia terapéutica», debida a la falta de tiempo en las consultas y la falta de concienciación sobre la importancia del adecuado control lipídico, que impide intensificar el tratamiento para alcanzar el objetivo terapéutico. Una actuación como la realizada en nuestro trabajo, insistiendo en la importancia de este control con datos reales de nuestros pacientes, se ha mostrado útil para mejorar dicho control.
La principal limitación es no disponer de información relativa a la antigüedad de los eventos clínicos o sobre antecedentes o tratamientos de los pacientes incluidos.
En definitiva, el control lipídico de los pacientes con muy alto riesgo en una cohorte de práctica clínica es deficiente, pero la colaboración con atención primaria, con las adecuadas información y concienciación, parece básica para mejorarlo.