Cuán agradecida debe estar la comunidad cardiológica con la más reciente sección de Revista Española de Cardiología «Viaje al corazón de las palabras». La sabiduría y experiencia del Profesor Fernando Navarro nos enseña algo nuevo en cada edición de la Revista y nos demuestra lo acertados o errados que estamos respecto al adecuado uso del lenguaje médico.
El inglés, a pesar del pensamiento de algunos1, es el idioma de la ciencia2,3, por lo que un profesional de estos tiempos necesita conocer profundamente esta lengua; primero, para su superación profesional y, posteriormente, para lograr la difusión de los resultados de sus investigaciones y trasmitir sus conocimientos. Sin embargo, las inadecuadas traducciones han contribuido a que cada vez se incorporen más términos extranjeros, en este caso anglicismos, a nuestro acervo lingüístico científico, pese a tener equivalentes bien establecidos en español. Por eso, muchos médicos y lingüistas, como el mencionado profesor, se han convertido en acérrimos defensores del lenguaje médico en nuestro idioma4–6, con el objetivo de lograr que nuestros profesionales hablen y escriban mejor.
No nos referimos a stent, strain rate, milking, kissing, odds ratio o end point2–4, por solo mencionar algunos ejemplos que han sido aceptados con agrado, porque la economía lingüística y la falta de un equivalente corto o sencillo en español favorecen el uso del término en inglés. Pero patología en lugar de enfermedad, admisión por ingreso, balón por globo, patente por permeable, banding por cerclaje o ligadura, cleft por hendidura, leak por fuga o escape, flap por colgajo, desorden por trastorno o alteración y randomizado por aleatorizado, entre otros muchos ejemplos, se han convertido en palabras habituales en detrimento (o tal vez desarrollo) de nuestro riquísimo idioma español. Por desgracia, como señala el propio Fernando Navarro en su excelente artículo6 (que recomendamos leer), algunas de sus causas son la ignorancia, la pereza y el esnobismo.
Después de esta reflexión se nos ocurre una pregunta: ¿cómo se debe decir cuando se define el grado o estadio de determinada situación o enfermedad: ligera y severa o leve y grave?
A nuestro entender, aunque ligera se identifica más con el peso de los objetos, ligera y leve son sinónimos y pueden utilizarse indistintamente en este sentido, para designar algo fino, sutil o de poca importancia; sin embargo, no ocurre así con severa y grave. Severa/o (del latín sevērus) es la inadecuada traducción del término inglés severe, que nada tiene que ver en español con lo referido a la gradación de la gravedad de ciertas alteraciones y enfermedades, pero sí lo tiene en su idioma original, pues el American Heritage Dictionary of the English Language la define, en una de sus acepciones, como «very dangerous or harmful; grave or grievous» (muy peligroso o dañino; grave o lamentable/penoso/doloroso)7; en cambio, el Diccionario de la Real Academia Española8,9 define este término como un adjetivo que significa:
- 1.
Riguroso, áspero, duro en el trato o el castigo.
- 2.
Exacto y rígido en la observancia de una ley, un precepto o una regla.
- 3.
Dicho de una estación del año: que tiene temperaturas extremas (p. ej., «el invierno ha sido severo»).
Por eso, al hacer referencia a la gravedad de algunas enfermedades, se debe decir —aunque no estemos acostumbrados a ello— estenosis aórtica grave, insuficiencia mitral grave, disfunción ventricular grave y estenosis grave de la coronaria derecha, entre otros ejemplos.
Párrafos atrás comentamos «en detrimento (o tal vez desarrollo) de nuestro riquísimo idioma» porque no podemos ser absolutos, pues se conoce que una de las razones por las que el lenguaje médico evoluciona e influye en la lengua en general es porque continuamente surgen nuevos conceptos científico-técnicos que es necesario denominar y, con sus aliados y sus detractores, la frecuencia de uso de un término determinado favorece su aceptación e incorporación al diccionario. No obstante, defender la lengua castellana de los anglicismos u otros extranjerismos innecesarios es algo que contribuye al fortalecimiento de nuestro lenguaje médico.