Palabras clave
INTRODUCCION
La actividad física regular es considerada una de las estrategias más eficaces para prevenir las principales causas de morbimortalidad en los países occidentales1. El Departamento de Salud norteamericano sitúa el incremento de la actividad física como el primero de sus objetivos para el año 20102. Esto está motivado por los importantes riesgos que conlleva la falta de actividad física para la salud individual y social3. Ya desde edades tempranas, el grado de actividad física parece estar relacionado con determinados factores de riesgo cardiovascular4,5.
La actividad física se define como cualquier movimiento corporal producido por los músculos esquelé-ticos y que requiere un cierto gasto energético. Se refiere al tipo de esfuerzo físico que se practica asiduamente, el tiempo durante el cual se realiza y la frecuencia. Aunque relacionado, la condición física es otro concepto diferente del de actividad física. Se trata de la capacidad para hacer ejercicio, entendida como una medida integrada de todas las funciones y estructuras que intervienen en la realización de ésta (muscular esquelética, cardiorrespiratoria, hematocirculatoria, psiconeurológica y endocrino-metabólica)6.
Investigaciones recientes muestran de manera inequívoca que la condición física, principalmente la capacidad aeróbica, es un importante predictor de morbimortalidad por causa cardiovascular y por todas las causas, tanto en varones7-9 como en mujeres8-10. De la misma forma, la fuerza muscular, tanto en varones11-13 como en mujeres13, también puede constituir un diferente e independiente predictor de morbimortalidad.
Sin embargo, las evidencias científicas demuestran que todo este proceso no se origina en la adultez, sino en edades mucho más tempranas. Se ha constatado mediante estudios longitudinales que el grado de condición física y la presencia de factores de riesgo cardiovascular en la edad adulta están directamente relacionados con el grado de condición física que se tuvo en la adolescencia14,15. Aunque las manifestaciones clínicas de la enfermedad cardiovascular aparecen habitualmente durante la edad adulta, su origen patogénico hay que buscarlo en épocas como la adolescencia e incluso la infancia16-19.
Estudios transversales han demostrado la estrecha relación, durante la infancia y la adolescencia, entre ciertos factores de riesgo cardiovascular y el grado de condición física, tanto la capacidad aeróbica20-22 como la fuerza muscular23. Sin embargo, aún no se ha realizado un análisis en profundidad que integre las interacciones de ambos componentes de la condición física con el perfil lipídico-metabólico en adolescentes.
Según todo lo anterior, los objetivos de este trabajo son: a) estudiar qué variable, actividad física o condición física afecta en mayor medida al perfil lipídico-metabólico de los adolescentes españoles, y b) estudiar el efecto independiente de la capacidad aeróbica y la fuerza muscular sobre el perfil lipídico-metabólico.
MÉTODOS
Sujetos y diseño experimental
Este trabajo forma parte del proyecto AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional en Adolescentes). Se trata de un estudio multicéntrico diseñado para evaluar el estado de salud, así como la situación nutricional-metabólica y el grado de condición física de una muestra representativa de adolescentes españoles de 13-18,5 años. La metodología general del estudio ya ha sido publicada24-26. El número final de adolescentes fue 2.859, de los cuales 460 (248 varones y 212 mujeres; edad media 15,2 ± 1,4 años) fueron escogidos al azar para realizar el estudio bioquímico-metabólico y constituyeron una muestra representativa de la muestra total del estudio27.
Todo el proyecto siguió las normas deontológicas reconocidas por la Declaración de Helsinki (revisión de Hong-Kong en septiembre de 1989 y de Edimburgo en 2000) y de acuerdo con las recomendaciones de Buena Práctica Clínica de la CEE (documento 111/3976/88 de julio de 1990) y la normativa legal vigente española, que regula la investigación clínica en humanos (Real Decreto 561/1993 sobre ensayos clínicos). El estudio obtuvo la aprobación del Comité de Ética del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander, España).
Características antropométricas
Todas las mediciones antropométricas se realizaron con los sujetos descalzos y en ropa interior. El peso se midió con una báscula Seca (intervalo 0,05-130 kg; precisión 0,05 kg). Para la talla se empleó un estadiómetro incorporado a esa báscula (intervalo 60-200 cm; precisión 1 mm). Se calculó el índice de masa corporal. La unificación y estandarización de las mediciones antropométricas en el proyecto AVENA, así como la fiabilidad intraobservador e interobservador, fueron estrictamente controladas25.
Maduración sexual
Se valoraron los distintos estadios de desarrollo madurativo siguiendo la metodología descrita por Tanner y Whitehouse28. Se distinguen 5 estadios para cada una de las características: desarrollo genital y vello pubiano en varones, y desarrollo mamario y vello pubiano en mujeres.
Actividad física
La actividad física se evaluó mediante cuestionarios diseñados según la Yesterday's activity checklist29, traducidos y validados para la población española30. El grado de práctica fisicodeportiva fuera del horario escolar (y en diferentes situaciones: día escolar, fin de semana y período vacacional de verano) se valoró con estos cuestionarios. En ellos se incluía una lista de las actividades realizadas de manera más habitual por los adolescentes y éstos sólo debían señalar las efectivamente practicadas. Sobre la base de anteriores clasificaciones31, a cada actividad se le asignó un valor en equivalentes metabólicos (MET) según el gasto energético estimado para ella. Se calculó un índice de actividad física a partir de la suma de los MET de cada actividad realizada, mediante análisis factorial de componentes principales con rotación varimax de los factores32. Ello permitió obtener un único factor que representara el grado de práctica fisicodeportiva de cada sujeto. Este índice de actividad física obtenido presentó un autovalor > 1 (2,23) y explicaba el 55,9% de la varianza de la práctica de actividad física.
En uno de los cuestionarios se incluía una pregunta dicotómica (sí/no) para conocer la práctica de actividad fisicodeportiva fuera del horario escolar, que era respondida por cada adolescente y por un compañero, para una mayor objetividad. Esta variable dicotómica se comparó con el índice de actividad física. Se calcularon la sensibilidad (S) y la especificidad (E) de este índice y se obtuvo el punto de corte mediante un análisis de curvas ROC33. El punto de corte se expresa con el máximo valor del índice de Youden34 (Y), (Y = S + E 1), el cual informa sobre la eficiencia de un diagnóstico. Calculado de este modo, se fijó en 0,44 el punto de corte óptimo para distinguir entre «activos» y «no activos»32. El área por debajo de la curva fue 0,766, con un error estándar de 0,011.
El tiempo empleado en actividades sendentarias, que incluyen ver la televisión y la práctica de videojuegos, se registró mediante un cuestionario35, clasificándose los sujetos en dos grupos (≤ 2 h/día y > 2 h/día). Además, se obtuvo información acerca del tiempo empleado por los adolescentes en desplazarse de forma activa (caminando o en bicicleta) a la escuela, distinguiendo entre 0-15 min/día y > 15 min/día.
Condición física
Capacidad aeróbica
La capacidad aeróbica se evaluó mediante el test de Course-Navette o test de ida y vuelta de 20 m, un test de campo indirecto incremental máximo36. Este test ha sido validado en niños y adolescentes (r = 0,7 para niños adolescentes de 8-19 años)37,38. Para el cálculo del consumo máximo de oxígeno (VO2máx) a partir del resultado del Course-Navette, se empleó la siguiente fórmula38:
VO2máx = 31,025 + 3,238V - 3,248E + 0,1536VE
donde V es la velocidad final alcanzada en el test (V = 8 + 0,5 x último estadío completado) y E es la edad en años.
Fuerza muscular
La fuerza muscular se evaluó mediante 3 tests: a) test de salto en longitud sin impulso y con pies juntos para evaluar la fuerza explosiva de tren inferior; b) test de dinamometría manual para evaluar la fuerza máxima de prensión manual, mediante dinamómetro digital Takei TKK 5101 (intervalo 5-100 kg, precisión 0,1 kg), y c) test de suspensión en barra hasta el agotamiento con flexión de brazos para evaluar la fuerza-resistencia de tren superior.
Todos estos tests están incluidos en la batería EUROFIT validada y estandarizada por el Consejo de Europa39. Cada una de estas variables fue transformada dividiendo cada uno de los valores observados por el valor máximo de dicha variable. El promedio de las 3 variables transformadas se utilizó para establecer una única variable denominada índice de fuerza general (IFG), con valores comprendidos entre 0 y 1.
Análisis bioquímico
Las extracciones de sangre se realizaron entre las 08.00 y las 09.00, tras 10 h de ayuno. Se pidió a los sujetos que evitaran la realización de ejercicio extenuante en las 48 h precedentes. En la totalidad de los casos, la extracción se realizó por punción en la vena cubital (20 ml).
Las concentraciones de glucosa, triglicéridos y colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL) se midieron por métodos enzimáticos colorimétricos con un analizador Hitachi 911 (Roche Diagnostics, Basilea, Suiza). El cHDL se midió después de la precipitación del resto de lipoproteínas circulantes, antes del análisis, mediante el método de precipitación con fosfotungstato. El colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (cLDL) se calculó por la fórmula de Friedewald40 ajustada por las concentraciones séricas de triglicéridos41. Los procedimientos analíticos utilizados estaban sometidos a un proceso de control de calidad de los resultados, tal y como es normativo en los centros hospitalarios del sistema de salud público español.
Según los valores de triglicéridos, cLDL, cHDL y glucosa se estableció un índice lipídico-metabólico de riesgo cardiovascular22. Cada una de estas variables sanguíneas fue tipificada como, por ejemplo, Z = ([valor - media]/DT). La variable tipificada del cHDL fue multiplicada por [-1] debido a que su relación con el riesgo cardiovascular es contraria al resto de las variables. El índice lipídico-metabólico de riesgo cardiovascular se calculó como la suma de las 4 variables tipificadas, de modo que los valores inferiores a este parámetro suponen un perfil lipídico-metabólico más cardiosaludable. Por la definición, su media es cero.
Análisis estadístico
El análisis estadístico de los datos fue realizado con el programa SPSS versión 12.0.1. Para las diferencias entre sexos se empleó el análisis de la varianza de un factor (one-way ANOVA) para variables continuas, y el test de la χ² de Pearson para las variables categóricas. Las relaciones entre variables independientes (actividad física, capacidad aeróbica y fuerza muscular) fueron estudiadas mediante correlación parcial ajustada por la edad y el desarrollo madurativo. Cada una de estas variables independientes fue recodificada a terciles para estudiar su relación con el índice lipídico-metabólico mediante análisis de la covarianza (one-way ANCOVA), separadamente por sexos y ajustando por edad y desarrollo madurativo. Se llevó a cabo un análisis de tendencia lineal mediante contraste polinómico. El valor de p de los contrastes de hipótesis post-hoc se determinó mediante la corrección de Bonferroni para comparaciones múltiples.
RESULTADOS
Análisis descriptivo
En la tabla 1 se observa que el peso y la talla fueron mayores en varones (p < 0,001), mientras que el índice de masa corporal fue similar en ambos sexos. El índice de actividad física y el porcentaje de adolescentes físicamente activos fue mayor en los varones. Sin embargo, las mujeres emplean un menor tiempo en actividades sedentarias (p < 0,001) y el porcentaje de adolescentes que supera las 2 h en dichas actividades es menor en ellas (p < 0,001). Tanto la capacidad aeróbica como la fuerza muscular fueron signficativamente mayores en varones (p < 0,001). Los parámetros bioquímicos revelaron unos valores más altos de triglicéridos (p = 0,042) y glucosa (p < 0,001) en los varo-nes. Las mujeres mostraron una mayor concentración de cLDL y cHDL (p = 0,002 y p < 0,001, respectivamente).
Relación entre actividad física, capacidad aeróbica y fuerza muscular
El índice de actividad física mostró una correlación significativa con la capacidad aeróbica en ambos sexos (varones r = 0,182; p = 0,009; mujeres r = 0,259; p < 0,001), pero no así con el índice de fuerza general. Por su parte, la capacidad aeróbica y el índice de fuerza general sí se correlacionaron, tanto en varones (r = 0,262; p < 0,001) como en mujeres (r = 0,289; p ≤ 0,001).
Relación del índice lipídico-metabólico con la actividad física, la capacidad aeróbica y la fuerza muscular
El índice de actividad física no mostró relación alguna con el índice lipídico-metabólico. La capacidad aeróbica se relacionó con el índice lipídico-metabólico en varones (p = 0,003) tras ajustar por edad , desarrollo madurativo, actividad física y fuerza muscular. De nuevo en varones, el contraste polinómico reflejó la presencia de una relación lineal (p = 0,001), mientras que el tratamiento post-hoc mostró diferencias significativas entre los terciles 1 y 3 (p = 0,003) y los terciles 2 y 3 (p = 0,027) (fig. 1). Por su parte, el índice de fuerza general mostró en mujeres una relación con el índice lipídico-metabólico (p = 0,048) tras ajustar por edad, desarrollo madurativo y capacidad aeróbica. También en mujeres se observó una relación lineal entre el índice de fuerza general y el índice lipídico-metabólico (p = 0,014), y una diferencia significativa entre los terciles 1 y 3 (p = 0,042) (fig. 2).
Fig. 1. Relación entre capacidad aeróbica e índice lipídico-metabólico de riesgo cardiovascular en adolescentes varones y mujeres. VO2máx: consumo máximo de oxígeno. Se indican los valores mínimo y máximo de cada categoría (bajo, medio y alto representan los terciles 1, 2 y 3, respectivamente). Las barras de error representan el error típico de la media. ap < 0,05. bp < 0,01.
Fig. 2. Relación entre el índice de fuerza general y el índice lipídico-metabólico de riesgo cardiovascular en adolescentes varones y mujeres. Se indican los valores mínimo y máximo de cada categoría (bajo, medio y alto representan los terciles 1, 2 y 3, respectivamente). Las barras de error representan el error típico de la media. *p < 0,05.
DISCUSION
Según los resultados obtenidos en el presente trabajo, la capacidad aeróbica y la fuerza muscular de los adolescentes españoles se asocian significativamente con su perfil lipídico-metabólico. Una alta capacidad aeróbica en varones (VO2máx > 51,6 ml/kg/min) se asocia con un menor índice lipídico-metabólico de riesgo cardiovascular (fig. 1), independientemente del grado de actividad física y fuerza muscular. Por otro lado, las adolescentes que poseen un alto grado de fuerza muscular (tercil 3) presentan un perfil lipídico-metabólico más saludable que las que tienen un bajo nivel (tercil 1) de fuerza muscular (fig. 2), independientemente de su capacidad aeróbica. En estudios anteriores se ha mostrado una relación entre la capacidad aeróbica y determinados factores de riesgo cardiovascular en adolescentes20-22. Junto con esto, nuestros resultados ponen de manifiesto que la fuerza muscular de los adolescentes (al menos en mujeres) también se asocia de manera independiente con la presencia de factores de riesgo cardiovascular, algo de lo que no hemos encontrado constancia en la literatura científica previa.
El análisis conjunto de capacidad aeróbica y fuerza muscular (fig. 3) muestra que una baja capacidad aeróbica se corresponde con un alto índice lipídico-metabólico, excepto cuando el grado de fuerza es alto. A su vez, un bajo grado de fuerza muscular se corresponde con un alto índice lipídico-metabólico, excepto cuando la capacidad aeróbica es alta. Una alta capacidad aeróbica se corresponde con un riesgo lipídico-metabólico bajo, sea cual sea el grado de fuerza. Al mismo tiempo, un grado de fuerza muscular alto se corresponde con un riesgo lipídico-metabólico bajo a cualquier grado de capacidad aeróbica.
Fig. 3. Efecto combinado de la capacidad aeróbica y la fuerza muscular sobre el perfil lipídico-metabólico en adolescentes varones y mujeres. VO2máx: consumo máximo de oxígeno.
La condición física que posee un sujeto (expresada en este trabajo como capacidad aeróbica y fuerza muscular) está determinada principalmente por 2 componentes. Uno de ellos es la constitución genética del individuo42. El otro comprende el conjunto de estímulos que se le presentan al organismo, entre los cuales se situaría la actividad física que realiza el sujeto. Por ello, resulta lógico que el grado de actividad física se relacione, aunque de forma modesta, con la capacidad aeróbica (varones p = 0,009; r = 0,182; mujeres p < 0,001; r = 0,259).
En anteriores trabajos, el grado de actividad física se ha relacionado de forma positiva con la salud cardiovascular en adultos43,44, y también en niños y adolescentes5. La ausencia de esa relación en nuestro trabajo, junto con la relación positiva establecida entre el grado de actividad física y la capacidad aeróbica, plantea la posibilidad de que sea la capacidad aeróbica la variable que realmente determina la relación entre actividad física y salud cardiovascular presentada por anteriores estudios. Tal y como han demostrado otros trabajos realizados también en adolescentes45,46, la condición física se asocia con factores de riesgo cardiovascular en mayor medida que el grado de actividad física. Esto nos llevaría a concluir que el grado de actividad física puede no ser considerado un indicador de salud cardiovascular de alta potencia discriminatoria. De hecho, realizar más actividad física parece no ser requisitio suficiente para lograr un perfil lipídico-metabólico saludable. Dicha actividad física debe suponer una mejora de la condición física, sobre todo de la capacidad aeróbica y la fuerza muscular.
La naturaleza subjetiva de la medición mediante cuestionarios dificulta la tarea de medir con exactitud la cantidad e intensidad de actividad física realizada por el adolescente. Esta limitación ha podido influir negativamente a la hora de estudiar una posible asociación entre actividad física y perfil lipídico-metabólico. Un estudio reciente realizado con acelerómetros indica que la actividad física vigorosa (> 6 MET), aunque no la moderada ni la total, parece mostrar cierto poder predictivo sobre los grados de adiposidad en adolescentes47. Sin embargo, y pese a emplear la acelerometría, la capacidad aeróbica de los adolescentes se asocia con factores de riesgo cardiovascular en mayor medida que el grado de actividad física48.
CONCLUSIONES
Los resultados indican que, en los adolescentes españoles, una baja condición física se asocia con un perfil lipídico-metabólico menos cardiosaludable, independientemente del nivel de actividad física realizada. En los varones, el riesgo lipídico-metabólico se relaciona con su capacidad aeróbica, mientras que en las mujeres la cualidad física asociada fue la fuerza muscular. Los resultados indican que la mejora de la condición física, especialmente la capacidad aeróbica en varones y la fuerza muscular en mujeres, puede desempeñar un papel protector sobre el riesgo cardiovascular en adolescentes. Se requieren estudios transversales con un mayor tamaño de muestra, y especialmente estudios longitudinales y prospectivos, para constatar los resultados obtenidos en este trabajo.
AGRADECIMIENTOS
A todos los que han hecho posible el estudio AVENA: adolescentes, padres, profesores, instituciones y, por supuesto, investigadores y colaboradores. A María Teresa Miranda León, por su inestimable asesoramiento estadístico. Al grupo: los eslabones más fuertes forman a los más débiles para que la cadena en conjunto se fortalezca.
Véase editorial en págs. 565-8
*En el anexo se expone la relación de participantes en el estudio AVENA.
Financiado por el Ministerio Español de Sanidad y Consumo (FIS n.º 00/0015), fondos FEDER-FSE, Ministerio Español de Educación y Ciencia (AP2002-2920; AP2003-2138; AP2004-2745; AP2005-4358), Consejo Superior de Deportes (Ref: 05/UPB32/01, 109/UPB31/03 y 13/UPB20/04), y subvencionado por Panrico S.A., Madaus S.A. y Procter & Gamble S.A.
Correspondencia: Dr. E. García Artero.
Departamento de Fisiología. Facultad de Medicina.
Universidad de Granada.
Avda. Madrid, s/n. 18012 Granada. España.
Correo electrónico: artero@ugr.es
Recibido el 6 de octubre de 2006.
Aceptado para su publicación el 15 de marzo de 2007.