Este trabajo expone las contribuciones que la mejora en la mortalidad cardiovascular ha tenido en el aumento de la esperanza de vida al nacimiento en España de 1980 a 2009. Se explican las razones demográficas del descenso de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares en las edades avanzadas y su efecto en la duración de la vida.
MétodosLas contribuciones a la esperanza de vida se calculan mediante el método de descomposición de la mortalidad. Para explicarlo, se calculan tasas estandarizadas de mortalidad por sexo y tres causas de muerte (enfermedades cerebrovasculares, cardiopatía isquémica y otras enfermedades del corazón) para tres grupos etarios: 65-79, 80-89 y 90 o más años.
ResultadosLa esperanza de vida al nacimiento de la población española aumenta más de 6 años para ambos sexos de 1980 a 2009. El descenso de la mortalidad de las enfermedades cardiovasculares contribuye a ese aumento en un 63% entre las mujeres y un 53% entre los varones. En las edades ≥ 65 años, la contribución es del 93 y el 87% del total respectivamente.
ConclusionesEl descenso de la mortalidad cardiovascular se torna el principal contribuyente a la esperanza de vida española en las últimas tres décadas, principalmente en las edades avanzadas.
Palabras clave
La intratabilidad de la mortalidad en las edades avanzadas ha sido un dogma ampliamente suscrito en los círculos investigadores en las últimas décadas1. Diversos estudios han enfatizado unos límites definidos de la duración media de la vida humana, una supervivencia sin apenas flexibilidad de mejora2,3 y, sorprendentemente, dificultades en disminuir la mortalidad por causas de muerte endógenas3,4.
Sin embargo, la evidencia empírica muestra más bien un contexto de tránsito epidemiológico caracterizado por el desplazamiento a las edades avanzadas de unas causas de muerte menos letales y más crónicas y degenerativas5,6, en que gran parte de las causas de muerte endógenas disminuyen las tasas de mortalidad. Tres hechos respaldan esta evidencia. Primero, la supervivencia en las edades avanzadas es susceptible de mejoras sustantivas. Segundo, la esperanza de vida (EV) ha crecido regularmente en los países demográficamente avanzados durante los últimos dos siglos7. Y tercero, las investigaciones basadas en modelos biodemográficos8,9 y poblaciones heterogéneas y frágiles10 han mostrado la plasticidad de la mortalidad en general y la endógena en particular, más patente aún en las edades avanzadas11,12. Con ello se evidencia una desaceleración de la mortalidad que, al aumentar la supervivencia, se traslada a edades cada vez más avanzadas. En otras palabras, se retrasa el envejecimiento al mismo tiempo que la supervivencia mejora y la duración de la vida aumenta.
En este contexto, la EV al nacimiento en España creció 6,03 años entre las mujeres (hasta los 84,5 años) y 6,17 entre los varones (hasta los 78,5 años) de 1980 a 2009. Con este punto de partida, el objetivo de este artículo es explicar las contribuciones de la disminución de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares (en especial en las edades avanzadas) a la EV de la población española entre 1980 y 2009.
MÉTODOSDatosLa fuente de las defunciones por edad, sexo y causa de muerte en España son las publicaciones del Instituto Nacional de Estadística correspondientes al Movimiento Natural de la Población de 1980 a 2009. En este periodo se recogen defunciones de dos revisiones de la Clasificación Internacional de Enfermedades: la novena revisión, de 1980 a 1998, y la décima revisión, de 1999 a 2009. A partir de ambas, se ha realizado homogeneización y reagrupamiento13, por un lado, para el conjunto de enfermedades del aparato circulatorio y, por otro, para las enfermedades cerebrovasculares, cardiopatía isquémica (CI) y otras enfermedades del corazón. Por su parte, las tablas de mortalidad españolas para ese periodo se obtienen de la base de datos online Human Mortality Database14.
Técnicas de análisisPara explicar el peso de los factores que influyen en la transformación de la EV de la población española (sexo, edad, periodo y causa de muerte), se utiliza la descomposición de la EV15–17. Este método consiste en descomponer la diferencia entre dos EV concretas (de dos periodos, dos poblaciones o por sexo) en las contribuciones que da cada una de las componentes, ya sea edad, causa de muerte o ambas conjuntamente. Se calcula la cantidad de EV que aporta o resta el cambio de mortalidad que sufren las componentes estudiadas entre periodo, población o sexo.
Las contribuciones de la mortalidad de las diferentes enfermedades cardiovasculares se calculan para intervalos quinquenales de edad y por sexo para tres grupos de edades avanzadas (65-79, 80-89 y ≥ 90 años).
La explicación de las contribuciones a la EV se complementa con el análisis de la mortalidad por causa. La evolución que se da entre 1980 y 2009 se observa mediante el logaritmo de las tasas de mortalidad estandarizadas por sexo, edad y causa. De esta manera se consigue evitar el efecto de la edad en la mortalidad que conlleva el proceso de envejecimiento. Además, permite comparar tendencias a lo largo de todo el periodo18. La población estándar es la población total española expuesta al riesgo de morir en 1991, proporcionada por la Human Mortality Database. Aunque se podía haber tomado otro año, se ha considerado 1991 por ser año censal.
RESULTADOSDesde la perspectiva de las causas de muerte, durante el periodo 1980-2009 las mayores contribuciones a esa ganancia en EV al nacimiento se debieron al descenso de la mortalidad cardiovascular. En la figura 1 se observan sus contribuciones conjuntamente con las de las demás grandes causas de muerte y durante todo el ciclo vital, de modo que su peso se visualiza más nítidamente. La ganancia en EV por el descenso de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares fue de 3,8 años (un 63% del total de aumento) y 3,3 años (53%) para mujeres y varones respectivamente. Estos aumentos se deben en gran medida a las edades ≥ 65 años, para quienes la mejora por dicha disminución comprende el 93% del total de contribuciones en mujeres (el 25% en 65-79 años; el 44% en 80-89 años, y el 24% en ≥ 90 años) y el 87% en varones (el 36, el 37 y el 14% respectivamente).
Contribuciones del cambio en mortalidad por enfermedades cardiovasculares (y otras ocho causas de muerte) a la variación de esperanza de vida al nacimiento por sexo. España. 1980-2009. EV: esperanza de vida. Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadística y de la Human Mortality Database. Esta figura se muestra a todo color solo en la versión electrónica del artículo.
Comparativamente, las contribuciones del resto de las causas de muerte son mucho más reducidas. El descenso de la mortalidad por enfermedades respiratorias contribuye el 7,7% en mujeres y el 9,0% en varones; la mortalidad por tumores, el 7,0 y el 3,2%; la mortalidad por enfermedades del aparato digestivo, el 5,6 y el 9,6%, y las causas externas, el 5,1 y el 12,8%. En cambio, la mortalidad por enfermedades del sistema nervioso y por trastornos mentales y del comportamiento contribuyen negativamente, con mayor peso en el caso de las mujeres (un 3% cada grupo) que los varones (un 1%).
Los datos muestran el estatus dominante en el aumento de la EV de 1980 a 2009 tanto del descenso de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares como de las edades avanzadas. En este sentido, es notorio el desplazamiento cronológico de la relevancia de esas contribuciones a edades cada vez más avanzadas (fig. 2). En mujeres de 65-79 años disminuye del 33% en 1980-1989 al 20% en 2000-2009; de 80-89 años se mantiene en torno a un 44%, y en edades ≥ 90 años aumenta del 14 al 33%. Además, las contribuciones respecto al total se hacen relativamente menores: entre las mujeres, el 69% en 1980-1989, el 65% en 1990-1999 y el 55% en 2000-2009. Las cifras de los varones son el 110, el 45 y el 33%. Como dato resumen, la contribución por década del conjunto de edades ≥ 65 años se mantiene en cifras cercanas al 90%.
Contribuciones del cambio en mortalidad por enfermedades cardiovasculares (y otras ocho causas de muerte) a las variaciones de esperanza de vida al nacimiento por sexo. España, 1980-1989, 1990-1999 y 2000-2009. EV: esperanza de vida. Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadística y de la Human Mortality Database. Esta figura se muestra a todo color solo en la versión electrónica del artículo.
Como ya se ha confirmado en otros estudios19–22, la mortalidad por enfermedades cardiovasculares decrece en los tres grupos de edad analizados. La relevancia de esta transformación en las edades avanzadas y su incidencia fundamental en el aumento de EV conlleva la necesidad de desagregar su mortalidad en tres de las causas de muerte que conforman el grupo: enfermedades cerebrovasculares, CI y otras enfermedades del corazón (fig. 3).
Tasas de mortalidad estandarizadas por sexo y para los grupos de 65-79, 80-89 y ≥ 90 años de edad para enfermedades cardiovasculares, enfermedades cerebrovasculares, cardiopatía isquémica y otras enfermedades del corazón. España, 1980-2009. TME: tasa de mortalidad estandarizada. Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadística y de la Human Mortality Database.
La mortalidad por enfermedades cerebrovasculares ha sido la única que ha descendido de un modo constante en ambos sexos, en los tres grupos de edad considerados y durante toda la etapa de 1980 a 2009. La mortalidad por CI (infarto de miocardio y angina de pecho como componentes principales) presenta dos rasgos: sobremortalidad masculina a todas las edades y una relativa estabilidad durante todo el periodo para ambos sexos. En la figura 3 se observan algunos ligeros descensos al final del periodo, sobre todo para el grupo de 65-79 años y en menor medida para los otros dos grupos. Por último, la mortalidad por otras enfermedades del corazón también ha descendido de manera generalizada, exceptuando el grupo ≥ 90 años, que no comienza a decrecer hasta la década de los noventa.
DISCUSIÓNEl examen de la mortalidad cardiovascular a edades avanzadas en España muestra un descenso acusado en el periodo 1980-2009 y una enorme contribución al aumento de la EV al nacimiento.
Las tasas de mortalidad cardiovascular son inferiores a las de la mayor parte de los países europeos. La comparación con el resto de Europa muestra que los países del oeste han seguido la misma pauta de descenso de la mortalidad cardiovascular que en España, con una disminución conjunta de alrededor de un 60% en mujeres y un 50% en varones. En tanto, en los países del este la disminución no se produjo hasta la década de los noventa23. En ese contexto, la mortalidad cardiovascular en España es comparativamente más baja que en la mayor parte de los países europeos, sobre todo la mortalidad por CI en todo el territorio y por enfermedades cerebrovasculares en las comunidades autónomas del norte24. Se da aquí la paradoja del sur de Europa: los países de esta zona tienen menor mortalidad por CI que los del norte, a pesar de un mayor consumo de grasas saturadas. Se ha relacionado generalmente con la dieta mediterránea, aunque estudios recientes plantean la hipótesis de la estabilidad de la placa aterosclerótica25.
Desde el punto de vista demográfico, cabe la posibilidad de un efecto cohorte en España. Las generaciones que alcanzan ahora edades avanzadas han vivido infancias en condiciones sociales difíciles (gripe, guerras, condiciones insalubres y de alimentación de principios de siglo xx). Las teorías de la selección natural de la supervivencia26, la escasez de alimentos27, el bajo peso al nacer y en la infancia28 o el crecimiento fetal29,30 podrían ser explicaciones plausibles en el caso de la disminución de enfermedades del aparato circulatorio de la población española.
Desde el punto de vista sociosanitario, la disminución de la mortalidad cardiovascular se debe probablemente a la combinación exitosa de políticas públicas sanitarias, mejoras en el manejo de los factores de riesgo en la práctica clínica y una variación en los cambios de comportamiento31. Para confirmarlo, deben llevarse a cabo otros estudios a este respecto.
Por último, resulta necesario subrayar que el uso de las tasas de mortalidad estandarizadas totales tiende a favorecer a las causas de muerte más frecuentes a edades avanzadas, cuando se produce el grueso de fallecimientos. Desde un punto de vista sanitario, las muertes a edades jóvenes o adultas suelen darse por causas que se podría evitar social o sanitariamente, por lo que su trascendencia es mucho mayor que la de las causas con mayor incidencia a edades avanzadas, como las cardiovasculares, más relacionadas con el ciclo biológico o vital. No obstante, el sistema sanitario también desempeña un papel relevante proveyendo medidas de prevención y tratamiento en fase aguda que pueden retrasar de manera eficaz la muerte por causa cardiovascular.
CONCLUSIONESEl descenso de la mortalidad cardiovascular ha tenido un incuestionable impacto en el aumento de la EV al nacimiento de la población española de 1980 a 2009. Además, en las edades ≥ 65 años se ha producido una disminución patente de la mortalidad por enfermedades cerebrovasculares y otras enfermedades del corazón, y un descenso leve en la mortalidad por CI.
FINANCIACIÓNEste trabajo se encuadra parcialmente dentro del proyecto «Las transformaciones de la longevidad, el envejecimiento y la vejez en España. De 50 a 100 y más años. Presente y futuro» (CSO2010-18925), perteneciente al Plan Nacional I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad.
CONFLICTO DE INTERESESNinguno.
Se agradece a la profesora Wilma Nusselder (Department of Public Health, Erasmus Medical Center, Rotterdam, Países Bajos) que proporcionara la sintaxis de R Statistics para realizar la descomposición de la EV por edad y causa de muerte.