Queremos dar a conocer el documento publicado recientemente de forma simultánea en Medicina Clínica1, Revista Española de Geriatría y Gerontología2 y SEMERGEN-Medicina de familia3. La cardiopatía isquémica crónica afecta al 5-7% de los ancianos y su abordaje exige una valoración integral de la comorbilidad, la fragilidad, el estado funcional, la polifarmacia y las interacciones medicamentosas. Estos factores son tan frecuentes e importantes para la toma de decisiones centrada en el paciente que para algunos autores justifican la necesidad de la subespecialidad de cardiología geriátrica4. La presentación asintomática y/o atípica es más frecuente en los mayores de 75 años y un alto porcentaje de pacientes no son capaces de realizar un nivel de ejercicio suficiente para que las pruebas de esfuerzo sean valorables. Abogamos por un tratamiento médico en la mayoría de los casos, que debe incluir modificaciones en el estilo de vida. Los fármacos frecuentemente se infrautilizan en ancianos, el cumplimiento se reduce con la edad5, su eficacia es menor, los efectos adversos son más frecuentes y hay más interrupciones. El uso de estatinas no está indicado para pacientes mayores de 80 años con comorbilidad grave o expectativa de vida < 3 años, demencia moderada-grave o deterioro funcional importante6. Quitando esa excepción, las cifras objetivo de colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad y otras (frecuencia cardiaca, presión arterial) son similares en ancianos y en los más jóvenes, aunque en algunos casos puede ser aceptable un objetivo de presión arterial sistólica < 160mmHg. En el anciano, la consideración de realizar o no una revascularización coronaria debe tomarse con cautela, ya que el intervencionismo y la cirugía acarrean mayor tasa de complicaciones. Los ancianos con cardiopatía isquémica crónica presentan con frecuencia comorbilidades, fragilidad o síndromes geriátricos que limitan las posibilidades terapéuticas y empeoran el pronóstico. La mayoría presenta criterios de fragilidad, que incrementa la mortalidad 2-4 veces. También son muy frecuentes el deterioro cognitivo, que puede dificultar la adherencia al tratamiento, y la depresión, que conlleva peor pronóstico, así como otras comorbilidades (diabetes mellitus, insuficiencia renal). Es imprescindible realizar una valoración integral desde el punto de vista biopsicosocial, que incluya valoración funcional, fragilidad, función cognitiva, situación social, expectativa de vida y deseos y directrices del paciente (tabla) para sopesar la relación riesgo-beneficio y estar seguros de que el riesgo competitivo asociado a estas condiciones geriátricas no es mayor en la predicción del pronóstico que el asociado a la propia enfermedad coronaria.
Factores geriátricos en la evaluación
Diagnóstico | Pronóstico/plan | |
---|---|---|
Comorbilidad | DM, EPOC, IR, riesgo de sangrado, etc. Síndromes geriátricos (caídas, incontinencia, etc.) | Afectan a los resultados a corto y largo plazo Mayor riesgo en pruebas diagnósticas y en tratamientos |
Fragilidad | Escala de Fried Clinical Frailty Scale SPPB | Riesgo de enfermedad coronaria más grave Mayor morbimortalidad tras intervencionismo No implica necesariamente no realizar pruebas o tratamientos invasivos; sí implica cuidado más personalizado |
Estado funcional | Índice de Katz (AVD básicas) Índice de Barthel Índice de Lawton (AVD instrumentales) | Mayor riesgo de complicaciones y muerte Si dependencia moderada-grave, priorizar acciones dirigidas a obtener calidad de vida |
Estado mental | MMSE MoCA miniCog Test depresión | Independientemente asociado con morbimortalidad Seguimiento estrecho, especialmente si hay depresión |
Polifarmacia | ≥ 5 medicaciones crónicas | Riesgo de interacciones y falta de adherencia Riesgo de efectos adversos A veces es necesario priorizar qué fármacos son más imprescindibles para el objetivo buscado |
AVD: actividades de la vida diaria; DM: diabetes mellitus; EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica; IR, insuficiencia renal; miniCog: Mini-Cognitive Assessment Instrument, test muy simple (dos preguntas y el dibujo de un reloj) para cribar deterioro cognitivo; MMSE: Mini Mental Examination; MoCA: Montreal Cognitive Assessment; SPPB: Short Physical Performance Battery (evalúa equilibrio, velocidad de marcha y capacidad de levantarse de una silla).
Escala de Fried: evalúa cinco criterios (pérdida involuntaria de peso, cansancio fácil, actividad física escasa, marcha lenta y fuerza muscular escasa); tres o más criterios indican fragilidad. Clinical Frailty Scale: escala entre 1 (robusto) y 9 (muy enfermo); incluye en la evaluación diferentes déficit, enfermedades y discapacidades.
Reproducida con permiso de Martínez-Sellés et al1.
E. Abu-Assi es Editor Asociado de Revista Española de Cardiología.