Agradecemos los comentarios planteados sobre nuestro estudio1. El síndrome coronario agudo (SCA) reciente supone una limitación para algunos tratamientos oncológicos, y esto explicaría la elevada mortalidad no cardiovascular de los pacientes con neoplasias prevalentes o incidentes. Asimismo estamos de acuerdo en que las neoplasias prevalentes limitaron la revascularización de manera cuantitativa y cualitativa.
Sin embargo, nos gustaría matizar la consideración de que los resultados de nuestro estudio deberían suponer un punto de partida en las unidades de cardio-oncología. Las neoplasias afectaron a menos del 8% de los pacientes con SCA, lo cual podría poner en duda la eficiencia de un «cardio-oncólogo» en todos los ámbitos asistenciales. La mayoría de los pacientes dados de alta tras un SCA reciben atención en hospitales no terciarios2, donde es virtualmente imposible tener unidades específicas para SCA, insuficiencia cardiaca, imagen y, además, cardio-oncología. Nuestra opinión es, más bien, defender la continuidad asistencial en el SCA de modo tal que los pacientes reciban un seguimiento personalizado en función de su riesgo de sufrir las complicaciones más frecuentes y graves, como son la insuficiencia cardiaca o el reinfarto3. De hecho, hemos demostrado que el seguimiento en una consulta específica de SCA de alto riesgo se asocia con mejor control de los factores de riesgo y un mejor pronóstico4. Por lo tanto, defendemos la continuidad asistencial en el SCA y el seguimiento personalizado en función del riesgo de cada paciente, con la lógica coordinación de los implicados en cada situación.
CONFLICTO DE INTERESESA. Cordero ha recibido una beca de investigación de la Sociedad Española de Cardología en 2017. A. Cordero y V. Bertomeu-González han recibido el apoyo a la investigación de CIBERCV.