Hemos leído con mucho interés el artículo de López-Messa et al.1. Aunque el marco temporal de este estudio es ligeramente mayor y abarca mayor número de afecciones, presenta aspectos comunes con nuestro trabajo publicado en Revista Española de Cardiología2 sobre la población de la Región de Murcia (RM). En ambos se abordan los ingresos hospitalarios por insuficiencia cardiaca con la misma herramienta, regresión de joinpoint, y ambos muestran una tendencia creciente con un punto de inflexión en 2007 (figura). Este hallazgo es relevante, puesto que se refleja en 2 comunidades que disponen del mismo sistema sanitario pero no son limítrofes.
Personas dadas de alta por insuficiencia cardiaca y altas que generan en la Región de Murcia. Tendencia por joinpoint, tasas estandarizadas por la población europea estándar. PCA: porcentaje de cambio anual.
*Pendiente con diferencias estadísticamente significativas (p < 0,05). Esta figura se muestra a todo color solo en la versión electrónica del artículo.
Si bien es cierto que las tasas brutas son las únicas reales, en procesos que afectan mayoritariamente a un grupo específico de la población (mayores de 64 años) que está aumentando y cuyo peso, en el total de la población, varía mucho entre comunidades autónomas (en 2013 suponían un 14,5% en la RM, por un 23,3% en Castilla y León), es aconsejable estandarizar los resultados por edad y sexo. La estandarización permite eliminar la influencia de ambos factores y comparar poblaciones distintas. En 2013, los ingresos hospitalarios (tasas brutas) en la RM fueron 2,26/1.000 habitantes y en Castilla y León, 3,39/1.000 habitantes. Si la RM hubiera tenido la misma estructura de población que Castilla y León, sus ingresos hospitalarios (estandarizada) habrían sido 3,95/1.000 habitantes, cifra que invierte la conclusión de la comparación. Por lo tanto, resulta esencial la estandarización para que los resultados sean comparables. Por otro lado, en nuestro trabajo se incluyeron los ingresos financiados por el Sistema Nacional de Salud en los centros concertados (lo que aumenta un 5,4% el número de ingresos totales en el periodo) y se elaboraron episodios asistenciales teniendo en cuenta los traslados entre hospitales (lo que disminuye un 1,5% los ingresos totales). Aunque este último factor tiene poca magnitud en esta afección en la RM, en otras tiene más relevancia (entre el 3 y el 10% en ictus isquémico3 y entre el 13 y el 24% en infarto agudo de miocardio y angina inestable4).
Dada la importancia de la comparación entre poblaciones, es importante avanzar en la elaboración de otros indicadores sencillos que permitan complementar los actuales. Uno de ellos podría ser la tasa de pacientes (personas distintas) que generan las altas5. En nuestro medio, la tasa de pacientes dados de alta por insuficiencia cardiaca osciló entre 1,1 y 1,8/1.000 habitantes entre los años 2003 y 2013, y su tendencia también presenta un punto de inflexión en 2007, pero el porcentaje de aumento anual es inferior al de los ingresos hospitalarios en ambos periodos y deja de ser estadísticamente significativo a partir de 2007 (figura), lo que estaría reflejando el peso de las personas con ingresos recurrentes.
Independientemente de estas cuestiones, ambos trabajos coinciden en la importancia de estudiar los indicadores poblacionales y sus tendencias (ingresos hospitalarios, reingresos hospitalarios independientemente del hospital de alta, supervivencia…), máxime considerando que esta información estadística es accesible con aceptable fiabilidad y puede permitir el diseño, la puesta en marcha y la evaluación comparativa de políticas de salud preventivas y asistenciales adaptadas a cada marco poblacional6.