La pirámide poblacional en los especialistas en cardiología es de base más amplia que en otras especialidades, con gran número de profesionales jóvenes (un 39% es de edad ≤ 40 años) y una baja proporción cercana a la jubilación (el 12% tiene 60 o más años)1, tendencia que probablemente se mantenga debido al aumento de plazas de médico interno residente de cardiología (un 26% más en 8 años). La situación actual de oferta-demanda de cardiólogos se considera en equilibrio y no se prevén necesidades crecientes de especialistas en los próximos 10 años (algunos modelos matemáticos proyectan un superávit leve-moderado)1. A esto se suma un auge en la contratación temporal (un 91% de los contratos en 2017)1 y parcial (especialmente en el ámbito privado) y una creciente tendencia a la subespecialización.
Existen trabajos que abordan la situación laboral en otros países2,3, pero no se conocía la de los cardiólogos jóvenes en España. Por ello, el grupo Jóvenes Cardiólogos de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) llevó a cabo una encuesta online autoadministrada, voluntaria y anónima entre los miembros de la SEC especialistas de edad ≤ 40 años (cotejada para evitar intrusión o duplicidad) de 40 ítems en 2 fases (septiembre de 2021 y enero-febrero de 2022).
Del total de 1.124 socios contactados, 334 (30%) respondieron (edad, 35,8 ± 4,1 años; el 54% mujeres). El 67% refirió haber cursado una formación posterior a la residencia en alguna subespecialidad (figura 1A), el 88% en España, con estancias de 1-2 años (figura 1B). El 86% recibió alguna retribución económica por ello (figura 1C), aunque solo el 11% percibió un sueldo similar al establecido para facultativos especialistas (> 36.000 euros brutos anuales); el 9% cobró menos que el salario mínimo interprofesional (< 12.000 euros brutos anuales, el 18% del total de varones y el 28% del total de mujeres; p=0,08) y el 14% no recibió remuneración (el 10% del total de varones y el 19% del total de mujeres; p=0,07). Las retribuciones se dieron mayoritariamente como becas (44%) o contratos de fundaciones o institutos de investigación (21%) (figura 2D). El 64% compaginó esto con otra actividad remunerada (el 70% entre los que cobraron menos de 24.000 euros brutos anuales frente al 42,5% de los que cobraron más; p=0,001). Sin embargo, el 55% no se siente satisfecho con la formación recibida (el 63% del total de mujeres frente al 46% del total de varones; p=0,013; el 58% de los formados en España frente al 28% de los que cursaron en el extranjero; p=0,004); la insatisfacción se asocia en el análisis multivariante con la baja retribución (el 67% de los que cobraron menos de 24.000 euros brutos/anuales frente al 15% de los que cobraron más; p<0,0001); la realización de otra actividad remunerada (el 65% de los que la tuvieron frente al 37% de los que no; p <0,001) o la necesidad de aplazar un objetivo vital (el 61% de los que sí frente al 35% de los que no; p=0,002).
Centrándonos en los primeros años de vida laboral, el 91% encontró trabajo al finalizar la residencia, y la temporalidad fue la norma (solo un 10% de interinidades o plazas en propiedad) (figura 2A), con una duración mediana del primer contrato de 7 [intervalo intercuartílico, 3-15] meses (figura 2B). El 9% no encontró empleo durante una mediana de 1 [1-2] mes. Además, la mayoría de los contratos (52%) fueron en concepto de beca, intensificación, contrato de guardias o sustitución por baja. Entre los encuestados con experiencia laboral ≥ 2 años, un 64% refirió haber tenido en algún momento un contrato eventual; un 41%, un contrato de sustitución por baja; un 25%, un contrato de guardias, y un 37% estuvo desempleado.
En el momento de responder, el 76% de los encuestados se dedicaba solo a actividad asistencial, el 14% compaginaba con labores investigadoras y el 4%, con tareas docentes; solo el 3% simultaneaba las tres. El 43% ejercía su profesión en un lugar distinto del de formación (el 93% en otra comunidad y el 7% en otro país). En cuanto al ámbito de actividad asistencial, el 67% trabajaba únicamente en la sanidad pública; el 4%, exclusivamente en privada y el 29%, en ambas. El salario percibido más frecuente en el ámbito público (34%) se sitúa entre 45.000 y 60.000 euros brutos anuales, mientras que en el privado es <15.000 euros (43%) (figura 2C), aunque también es de 45.000-60.000 euros (67%) para los que se dedican a la actividad privada exclusivamente. El 82% declaró hacer guardias, entre 3-4 (44%) y 1-2 mensuales (42%). En cuanto a la contratación, sigue predominando la temporalidad (figura 2D), aunque una mayor proporción goza de empleo más estable (el 39,4%, interinidades o plazas en propiedad). Un 46% declaró haberse presentado a una oferta pública de empleo (OPE), pero solo un 13% de estos obtuvo plaza una mediana de 7 [4-9] años después de la residencia.
Con todo, el 82% de los encuestados refiere haber padecido precariedad laboral tras la residencia, un 59% define su situación actual como inestable y un 73% considera que su remuneración es inferior a lo deseable. Asimismo, el 73% ha sentido la necesidad de aplazar algún objetivo vital (el 80% de las mujeres frente al 66% de los varones; p=0,006) y el 62% ha valorado emigrar para mejorar sus condiciones (el 69% de los varones frente al 55% de las mujeres; p=0,015). En este sentido, las propuestas que más valoran como potencialmente útiles son la convocatoria más frecuente de OPE (67%), el aumento salarial (66%), la posibilidad de combinar actividad asistencial e investigadora (44%) y la mejora de las medidas de conciliación (40%).
A pesar del posible sesgo de selección, nuestro estudio revela que, tras la residencia, la mayoría de los cardiólogos deciden subespecializarse, a menudo a través de estancias formativas inadecuadamente remuneradas, y que la contratación tras la residencia se caracteriza por la temporalidad, que no es exclusiva de los primeros años. Además, los cardiólogos jóvenes perciben su situación laboral como inestable, precaria e infrarremunerada. Por lo anterior, consideramos que sería deseable implementar medidas para su mejora.
FINANCIACIÓNNinguna.
CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORESC. Lozano Granero ha contribuido a la concepción y el diseño, la adquisición de datos, el análisis y la interpretación y ha redactado el artículo. E. Díaz-Peláez, A. Barradas-Pires, G. Barge-Caballero, M.T. López-Lluva y P. Díez-Villanueva han contribuido sustancialmente a la concepción, el diseño y la redacción, y han hecho una revisión crítica de su contenido intelectual. Todos los autores han dado la aprobación final a la versión publicada y acceden a asumir responsabilidades sobre todos los aspectos del artículo y a investigar y resolver cualquier cuestión relacionada con la exactitud y la veracidad del trabajo.
CONFLICTO DE INTERESESLos autores declara no tener conflictos de intereses.