Agradecemos el interés y los comentarios realizados por Rezazadeh et al. sobre nuestro trabajo, y estamos de acuerdo en la importancia de las alteraciones hidroelectrolíticas en los pacientes con la enfermedad coronavírica de 2019 (COVID-19), en concreto la hipopotasemia y la hipomagnesemia; la alusión a hiperpotasemia e hipermagnesemia corresponde a un error en la traducción del documento, que ya ha sido subsanado.1 Queremos destacar que la hipopotasemia, junto con la hiponatremia y la hipocalcemia, parece ser frecuente en los pacientes con formas clínicas graves de la COVID-192–4. La infección por coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave de tipo 2 (SARS-CoV-2) se produce por la unión del virus a la enzima de conversión de angiotensina 2, que reduce la expresión de esta y en consecuencia aumenta la angiotensina II circulante, lo que favorecería la pérdida renal de potasio2,3,5. Además, el estado inflamatorio y las pérdidas gastrointestinales pueden contribuir a estas alteraciones, y las consecuencias pueden ser relevantes por su asociación con eventos arrítmicos secundarios a la prolongación del intervalo QT (especialmente torsade de pointes), cuyo riesgo aumenta al utilizar ciertos fármacos y por el propio estado inflamatorio1,5,6. La infección también podría favorecer el daño miocárdico, sobre todo en pacientes con enfermedad cardiovascular previa2,3. Los cambios fisiopatológicos que el envejecimiento conlleva hacen a los pacientes de edad avanzada especialmente vulnerables a las alteraciones hidroelectrolíticas, por lo que resulta imprescindible una monitorización adecuada y corregirlas precozmente7.
ISSN: 0300-8932
Factor de impacto 2023
7,2