Hemos leído con interés la carta de Elola a propósito de nuestro editorial publicado en Revista Española de Cardiología (REC)1 en el que reflexionamos sobre elementos de gestión clínica enfocada al área cardiovascular. Incluimos una propuesta para su organización, así como de indicadores que, además de que permiten conocer la eficiencia de nuestra actividad, posibilitan la comparación con normas de referencia y los resultados de centros de excelencia y, en definitiva, identificar oportunidades de mejora. En su carta, Elola Somoza realiza afirmaciones que quisiéramos matizar, aunque pensamos que una lectura cuidadosa del editorial debería aclarar la mayoría de sus dudas.
Señala la carta que tan solo un tercio de nuestros indicadores se refieren a resultados en salud y que en muchos casos son «superpuestos». No es cierto. Las 2/3 partes son indicadores de resultados. Todo depende de lo que Elola entienda por indicador de resultados. ¿Una frecuentación baja en la hospitalización no es, acaso, un buen indicador de resultado de la calidad de la atención ambulatoria? Y si por superpuestos quiere decir redundantes, no nos pareció necesario aclarar que, en el diseño de indicadores de resultados fundamentales, como pueden ser la mortalidad o las complicaciones relacionadas con la asistencia sanitaria, resulta clave identificar en que área o áreas del servicio se produce la desviación para así aplicar eficazmente las medidas correctoras. Por otro lado, apunta la carta la existencia de limitaciones con la medida de indicadores de unidades de cardiología, gerencia de área sanitaria, epidemiológicos, etc., cuando nuestra propuesta de indicadores se circunscribe a la estructura organizativa asistencial responsable de las enfermedades del corazón. Además, aunque ya se menciona en el editorial, disponemos de un programa específico de costes y experiencia de profesionales y pacientes.
No compartimos su opinión sobre la ausencia de ajuste en los indicadores, que extiende a los propuestos en INCARDIO2. En ambos casos son indicadores similares a los ofrecidos por sociedades científicas y agencias de reconocido prestigio y que se deben utilizar como normas de referencia de áreas asistenciales que atienten a grandes volúmenes de pacientes, y son buenos marcadores de calidad. Como se indica en ambos documentos, para determinados análisis es necesario incorporar técnicas de ajuste que van mucho más allá de la edad y el sexo que menciona Elola Somoza.
Reiteramos el agradecimiento por la carta recibida y proponemos una nueva relectura del editorial. Coincidimos en que sería bueno que la Sociedad Española de Cardiología promoviera este tipo de debates, ya que se podrían aclarar dudas e identificar algunas oportunidades de mejora que todos tenemos.