Agradecemos a los Dres. Rivas-Gándara y Francisco-Pascual el interés mostrado en el proyecto BRAKE-AF1.
En efecto, tenemos indicios para creer que la ivabradina podría ser efectiva para controlar la frecuencia en fibrilación auricular (FA) permanente. Tras publicar su eficacia en un paciente con FA mal controlada2, entendimos que para «convertir en realidad» esta hipótesis era necesario desarrollar un ensayo clínico3.
Aunque la FA permanente sea la forma de FA más prevalente en la población, es sorprendente que no se hayan desarrollado nuevos fármacos para el control de la frecuencia cardiaca en los últimos 30 años. El desarrollo industrial de fármacos antiarrítmicos es cada vez mas escaso, probablemente porque conlleva inversiones de riesgo o poco rentables, lo que obliga a los clínicos a evaluar el efecto antiarrítmico de fármacos comercializados con otra indicación, como es el caso de la ranolazina4. En este sentido, es importante destacar que el BRAKE-AF se desarrolla únicamente con financiación pública y gracias al esfuerzo desinteresado de investigadores independientes: cardiólogos de varios hospitales y farmacólogos de la Universidad Complutense de Madrid.
Actualmente nuestro ensayo se encuentra en fase de reclutamiento, y soporta las dificultades inherentes a cualquier ensayo clínico sumadas al impacto por el reciente brote de COVID-19. Al igual que Rivas-Gándara y otros autores5, esperamos que el BRAKE-AF conteste en el futuro a la pregunta sobre si se dispone de un nuevo fármaco para el control de frecuencia cardiaca en FA. Si la respuesta es afirmativa, la siguiente cuestión será: «¿la ivabradina podría mejorar el pronóstico de los pacientes con FA permanente?».